Los antiguos artesanos fenicios alcanzaron un gran refinamiento en la elaboración de sus piezas. De hecho, adoptaron, en la creación de estatuas, relieves o joyas, motivos artísticos muy variados, procedentes de todas las culturas próximas a la suya, tanto de Mesopotamia como del Egeo, e incluso del mundo hitita.
Pero no cabe duda de que la influencia más duradera y por la que sintieron una mayor predilección fue la egipcia. Ello se advierte con particular claridad en la ciudad de Biblos, en el actual Líbano, donde los arqueólogos han descubierto una gran cantidad de obras de arte tanto de procedencia egipcia como de estilo egiptizante, sobre todo en necrópolis y templos. Veamos algunos ejemplos.
La poderosa influencia de Egipto
Desde el siglo XX a.C., las relaciones entre Biblos y Egipto se volvieron muy estrechas. Los faraones del Reino Medio enviaban suntuosos regalosa los templos y a los reyes de esta importante ciudad fenicia, obsequios que eran muy del agrado de estos monarcas a quienes les gustaba adornarse con atributos copiados de la realeza egipcia. Un ejemplo de ello es un hermosos pectoral de oro decorado con un halcón con las alas desplegadas que perteneció al rey de Biblos Abi Chemu.
Desde el siglo XX a.C., las relaciones entre Biblos y Egipto se volvieron muy estrechas.

Pectoral de oro del rey de Biblos Abi Chemu. Museo del Louvre, París.
Pectoral de oro del rey de Biblos Abi Chemu. Museo del Louvre, París.
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Y es que los fenicios eran grandes orfebres y dominaron las más complicadas técnicas, como el repujado, el granulado y la filigrana. En todas sus piezas, generalmente de oro, elaboraron muy a menudo motivos egipcios, como el halcón y el escarabajo. Por ejemplo, en un medallón que fue usado como amuleto, el rey Ip Chemu Abi (hijo de Abi Chemu) hizo inscribir su nombre en jeroglíficos, como si de un faraón egipcio se tratase.
También el rey Ahiram I de Biblos (h. 1000 a.C.) sintió una gran predilección por el estilo egipcio, tanto que se hizo enterrar en un antiguo sarcófago egipcio, que se remontaba a la época de Ramsés II, unos doscientos años atrás. La pieza, de piedra calcárea, está decorada con relieves de indudable influencia egipcia (esfinges y flores de loto), complementados con elementos locales. El sarcófago contiene una de las inscripciones fenicias más antiguas que se conocen, compuesta por 38 palabras.

Detalle del sarcófago del rey Ahiram I expuesto en el Museo de Beirut.
Detalle del sarcófago del rey Ahiram I expuesto en el Museo de Beirut.
PD
Los templos de Biblos han ofrecido a los arqueólogos pruebas irrefutables de la larga y fructífera relación con Egipto. En los santuarios de la ciudad se han hallado numerosas ofrendas votivas que fueron depositadas allí por los fieles. Concretamente en el Templo de los Obeliscos aparecieron cientos de figuritas de bronce, de unos 16 centímetros de alto, laminadas de oro y tocadas con un lebbadé, el típico gorro cónico fenicio. Estas figurillas están modeladas a la manera egipcia, con el cuerpo afilado y los hombros rectos.
El viaje de Unamón
Con el tiempo, Egipto perdió influencia en la región. Aun así, durante la Baja Época (664-332 a.C.) las relaciones entre el país del Nilo y Biblos siguieron desarrollándose con fluidez. De ello constituye un testimonio impagable la magnífica parte superior de una estatua de caliza de Osorkón II, faraón de la dinastía XXII (943-746 a.C.), que fue descubierta en Biblos. En el pecho del soberano aparece inscrito su cartucho real rodeado de una inscripción fenicia que indica que "el rey Elibaal, hijo de Yahimilk, la ha dedicado a la Señora de Biblos, la diosa Baalat Gebal".
Durante la Baja Época las relaciones entre el país del Nilo y Biblos siguieron desarrollándose con fluidez.

Busto del faraón Osorkón, de la dinastia XXII, expuesto en el Museo del Louvre, París.
Busto del faraón Osorkón, de la dinastia XXII, expuesto en el Museo del Louvre, París.
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Asimismo, una estela ofrendada por el rey Yahimilk de Biblos a la misma diosa, Baalat Gebal (considerada esposa o hermana del dios Baal), data del siglo V a.C., en plena época de dominio persa sobre las ciudades fenicias, lo que indicaría que esta influencia fue duradera en el tiempo. En la parte superior de la estela puede verse al rey con un vestido persa, haciendo una libación ante la diosa, a la que se representa con los rasgos de la diosa egipcia Hathor. El texto reza: "Yahimilk, rey de Biblos, a mi señora, la Balaat de Biblos, porque cuando grité a mi señora, [ella] me escuchó y me mostró su favor".
De todas estas relaciones comerciales entre Biblos y Egipto es un buen ejemplo El viaje de Unamón, un texto egipcio recogido en el Papiro de Moscú. En él se narra el periplo de un tal Unamón, sacerdote de Amón en Karnak, que es enviado por el faraón a Biblos para adquirir madera de cedro. Si este viaje fue real o no es algo en lo que los investigadores aún no se han puesto de acuerdo.
Aunque, en realidad, la ruta que siguió Unamón tiene su correspondencia con una vía comercial que sí existió entre las ciudades fenicias y Egipto, y que se mantuvo durante largo tiempo. Por ella se transportaban madera, metales preciosos y lana, entre otros productos, en una lucrativa y beneficiosa relación entre ambos territorios.