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1 HISTORIA DE LA PSICOLOGIA COMUNITARIA EN COLOMBIA1. Contar la historia de la Psicología Comunitaria en Colombia es, por una parte contar la historia de las comunidades colombianas y, por la otra, contar lo que hemos hecho los psicólogos comunitarios en nuestro trabajo con ellas. Esto no puede objetivarse fácilmente a partir de escrituras y publicaciones. La historia no puede reducirse a un balance de las publicaciones existentes sobre el tema. La circunstancia histórica de que en el año 2006 se haya convocado a la realización de la Primera Conferencia Internacional de Psicología Comunitaria, fue una oportunidad para actualizar los balances presentados por otros en el Congreso de la SIP en Costa Rica (Granada, 1991) y en el Congreso Iberoamericano de Psicología en Madrid (Arango, 1992). Igualmente difundido había sido el capítulo sobre “La construcción social del rol del psicólogo comunitario” (Arango, 1995) que recogió esta historia hasta el año 1995. En estos balances ya se perfilaba un trabajo significativo en el desarrollo de la Psicología Comunitaria colombiana. Al realizar el ejercicio de actualización quince años después llama profundamente la atención la ausencia de reconocimiento de las experiencias e investigaciones en la comunidad psicológica colombiana y nos preguntamos por qué razón se cuenta con mejor información sobre la psicología comunitaria en los eventos internacionales que entre los mismos psicólogos colombianos. Indudablemente hay ausencia de difusión y de publicaciones al interior del país, pero aquí también se han realizado numerosos eventos y en ellos desaparecen igualmente las realizaciones previas de los demás. Dan ganas de sentarse a llorar después de revisar el estado de la psicología comunitaria presentada en el principal libro de consulta titulado La Psicología en Colombia (Ardila, 1993), después de treinta años de existencia de la misma. Para contrarrestar esta ausencia de información se realizó vía Internet, en el año 2006, un ejercicio de construcción colectiva entre los psicólogos sociales y comunitarios colombianos encontrando una gran colaboración en la identificación de publicaciones e informaciones locales y accediendo a un panorama de la Psicología Comunitaria que contradice la mirada oficial sobre el asunto2. Una vez publicada esta información por iniciativa de ASCOFAPSI en su página web comienza a difundirse la existencia de esta información en la comunidad psicológica colombiana (Arango, 2006). Sin embargo al revisar una nueva versión sobre la Historia de la Psicología en Colombia (Ardila, 2013) no solamente se mantienen las ganas de llorar, sino que se deja un profundo sentimiento de indignación, ante la invisibilización ya evidente de algún comentario crítico frente a las publicaciones existentes y públicas en el campo de la psicología comunitaria en Colombia. La producción existente en el campo de la psicología comunitaria en Colombia es tan rica y diversa que hemos planteado la hipótesis de que existe un fenómeno de invisibilización de la psicología comunitaria por parte de la academia y los sectores hegemónicos del gremio profesional. Haremos seguimiento a esta hipótesis buscando entender lo que está sucediendo en las relaciones entre la psicología académica y la psicología comunitaria. Toda narración es una construcción parcial de la realidad, hecha desde un punto de vista particular por lo que este ejercicio seguramente deja por fuera otros importantes 1 Esta es una versión actualizada del artículo con el mismo nombre publicado en el año 2006. Quiero expresar mis agradecimientos a Esther Julia Sarria, Maria Eugenia Delgado, Angela María Estrada, Faber Alzate, Nelson Molina, Álvaro Díaz, Oscar Navarro, Edgar Barrero, Consuelo Vela y Francisco Javier García por las importantes contribuciones en la elaboración de esta historia. 2 2 desarrollos de la psicología comunitaria que no han tenido aun oportunidad de ser reconocidos. Por tal motivo este es solo un aporte en espera de que otros desarrollos se lleguen a hacer visibles en un futuro ojala cercano y permitan construir otras interpretaciones más completas y ajustadas a la realidad. Como habíamos dicho inicialmente, haremos en primer lugar, un seguimiento en el tiempo de la situación de los sectores comunitarios de Colombia y, en segundo lugar, un recorrido por las maneras como los psicólogos y otros profesionales han enfrentado estas situaciones. Esta historia es la siguiente: Érase una vez un paraíso en la zona tórrida del planeta tierra que llegó a llamarse Colombia. Este paraíso creció entre sus hermanos Panamá, Venezuela y Ecuador, y sus vecinos Perú y Brasil. Contaba con amplias playas en los océanos atlántico y pacífico, con todos los ecosistemas, con selva amazónica, con la mayor diversidad de flora y de fauna del mundo y excelentes recursos naturales. Estas condiciones paradisíacas, más que convertirse en oportunidad para la construcción de una sociedad ideal, se volvieron el punto de mira de los intereses particulares que orientaron sus formas de poblamiento. Desde la época de la conquista española, la codicia y la ambición de poder orientaron las exploraciones de los conquistadores españoles quienes con ejércitos de excarcelados dominaron los territorios en la búsqueda de El Dorado, esa ciudad mítica llena de oro y piedras preciosas que iba a permitir llenar las arcas de las nacientes aristocracias europeas. Con los procesos de colonización, se introdujo el mercado de esclavos negros para la explotación de las minas de oro, plata y esmeraldas y el trabajo en las plantaciones, configurándose un proceso de mestizaje entre blancos, indios y negros, que se encuentra en la base de la formación sociocultural colombiana. Se formaron tres grandes grupos socioculturales de acuerdo al tipo de poblamiento resultante de la conquista. Las sociedades indígenas sedentarias altamente organizadas y jerarquizadas que pagaban tributos al imperio Inca fueron fácilmente sometidas, conformándose un sistema sociocultural basado en el minifundio propio de los altiplanos. Por otra parte, las culturas indígenas poco organizadas, nómadas y guerreras fueron exterminadas y sus mujeres fueron secuestradas y forzadas a ser las compañeras de los señores conquistadores, instaurándose un sistema de amplios latifundios, trabajados por los esclavos, desarrollándose una cultura patriarcal, ganadera y agrícola donde el gamonalismo y el cacicazgo ha imperado hasta el momento presente. Adicionalmente se dio en la zona montañosa un proceso de poblamiento ordenado y regulado por la primera reforma agraria de Colombia, consistente en la asignación de parcelas a un contingente de soldados españoles, los cuales debían casarse con una india, trabajar en su parcela, formar un hogar y producir unos hijos trabajadores que en el momento de entrar a la adultez, debían salir de casa y reproducir el mismo esquema en una nueva parcela, instaurándose así el proceso de la colonización antioqueña que gestó una cultura emprendedora y expansionista. Estas tres formaciones socioculturales, la cultura minifundista del altiplano cundi-boyacense y pastuso, la cultura latifundista de las costas y valles colombianos y la cultura expansionista de la parcela antioqueña, configuraron el entramado de un complejo proceso psicosocial centrado en las luchas intestinas por el poder político y la explotación de las riquezas naturales. Esta es la historia de un proceso continuado de conflictos y guerras que desde el momento mismo de lucha por la independencia de España, han impedido la consolidación de la nación. La independencia de España dio lugar a las luchas entre quienes querían un régimen unitario y quienes querían un régimen federal. El sueño de 3 Bolívar de consolidar la Gran Colombia, desembocó en la división entre Venezuela, Colombia y Ecuador, quedando Colombia en manos de terratenientes y comerciantes regionalistas. “Gonzalo Sánchez describe la Colombia decimonónica como un país en guerra permanente. Tras catorce años de la guerra de independencia, hubo ocho guerras civiles nacionales, catorce guerras civiles locales, innumerables asonadas, dos guerras internacionales con Ecuador y tres golpes de Estado. (Sánchez y Peñaranda, 1986). Estas guerras nunca concluyeron en victorias decisivas pues había tan solo breves interrupciones para tomar aliento antes de que se reanudaran las hostilidades. Los dos partidos políticos responsables de esas guerras, que aun hoy dominan la vida política del país, datan de finales de la década de 1850 – 1860. La guerra de los Mil Días (18991902) fue la más prolongada y devastadora de las guerras civiles en Colombia. La devastación se acentuó por la aparición de numerosas guerrillas, en su mayoría liberales, en diferentes regiones del país”. (Pearce, 1990). Con este panorama, “Colombia es vista como un intrincado nudo sin comienzo ni final, un país de tan extraordinarias características que muchos identifican con el Macondo de Cien años de Soledad, la novela de Gabriel García Márquez (García Márquez, 1967), lo cual implica que pertenece al reino del realismo mágico y desafía la explicación y análisis” (Pearce, 1990). Sin embargo, esta realidad no es producto de la imaginación literaria. El mismo García Márquez considera que su obra está basada en la realidad. A propósito de su novela “El general en su Laberinto” (García Márquez, 1989) afirmó: “El General tiene mayor importancia que el resto de mi obra. Muestra que todo mi trabajo corresponde a una realidad histórica o geográfica. No es realismo mágico y todas esas cosas que dicen. Cuando usted lee mi Bolívar, se da cuenta que todo lo demás tiene, de algún modo, una base documental, un fundamento histórico, un fundamento geográfico que se demuestra en El General”3. Esta situación laberíntica que denominaremos el nudo de Bolívar, enmarca el proceso psicosocial en el que crecimos y trabajamos los psicólogos colombianos. Y es en este contexto en que los psicólogos comunitarios nos preguntamos por el proyecto colectivo que ha construido esta población encontrándonos con un proyecto frustrado de nación. Trataremos ahora de acercarnos a las maneras como los profesionales y los psicólogos nos hemos acercado a esta problemática. La preocupación por los sectores populares y el problema de su emancipación la encontramos por primera vez en la historia de Colombia desde la época misma de la independencia en los planteamientos de Simón Rodríguez, maestro del Libertador Simón Bolívar quien habla de la necesidad de una educación popular (Rodríguez, 1988). Esta educación popular aparece en sus escritos con tres características: - Nos hace americanos y no europeos, inventores y no repetidores. Educa para que quien estudie no sea más siervo de mercaderes y clérigos. Instruye en un arte u oficio para ganarse la vida por sus propios medios. En esta época previa a la independencia de la Nueva Granada, la Venezuela, el Ecuador y la Panamá de hoy hacían parte del territorio que Bolívar llamó la Gran Colombia. Este pensamiento preocupado por la construcción de una identidad americana, sin esclavos y con autonomía, orientó la formación del Libertador Simón Bolívar y la construcción de un proyecto cohesionador que hoy sigue vigente en los países 3 Semana, marzo 14 de 1989. 4 bolivarianos. Este sueño de Bolívar y de su maestro Simón Rodríguez se ha visto truncado. Entonces desde los albores de la independencia encontramos que el pensamiento de la educación popular se ha constituido en un trasfondo ético que ha orientado las acciones emancipatorias de las comunidades y que vamos a encontrar posteriormente en la base del surgimiento de la psicología comunitaria colombiana. El siglo XX. “Colombia entró al siglo XX con una de las economías más atrasadas de América Latina. El cultivo y exportación del café proporcionó la base económica para forjar un ideal de nación. Entre 1919 y 1959 prevaleció la producción campesina en varios departamentos, destacándose Antioquia y Caldas que llegaron a producir el 50% del café colombiano. El café transformó la economía nacional, creó las fortunas de los terratenientes y comerciantes, estimuló la formación de un mercado nacional y estableció la base de la industria nacional”. (Pearce, 1990). Los terratenientes y gamonales construyeron una Colombia formal, constitucionalista, gramatical y legalista, que alardea de toda la escenografía de la nación moderna, y se describe en la prensa internacional como el país más democrático de América Latina. Sin embargo esta versión de la realidad deja por fuera la Colombia real, la de los sectores populares donde la ley no impera, la pobreza es la norma y la democracia es apenas una palabra desprestigiada y mal asimilada. “La lealdad a los dos partidos políticos tradicionales fue durante muchos años el vínculo entre estas dos Colombias. El pueblo combatía en los virulentos conflictos bipartidistas en nombre de la oligarquía dominante de tal suerte que las lealdades a uno u otro partido se sellaban a través de generaciones de sangrientas venganzas. La confrontación entre los partidos políticos tradicionales se mantuvo constante hasta que empezó a conformarse un movimiento obrero y campesino organizado que fue canalizado por el líder Jorge Eliécer Gaitán, quien alcanzó a perfilar la derrota del sistema oligárquico por la vía electoral. Su asesinato el 9 de abril de 1948 dio lugar al levantamiento popular conocido como El Bogotazo (Alape,1983), el cual fue aprovechado por los partidos tradicionales para instaurar el régimen de la barbarie conocido como La Violencia en Colombia, (Guzmán, Fals y Umaña, 1986). En este contexto surgen las primeras guerrillas liberales y numerosos grupos de bandoleros. Durante esos años surgieron formas de justicia privada que aparecerían de nuevo en los años ochenta bajo la forma del sicariato. Los grupos paramilitares y de autodefensa también formaban parte de la estrategia de ataque y revancha de los latifundistas en la época de la violencia” (Pearce, 1990). El año de 1948 se constituyó en un año significativo tanto en la historia de la comunidad colombiana como en la historia de la psicología por el hecho de que en este año coincidieron dos acontecimientos que no pueden pasar desapercibidos. Fue el año en que se inició el primer programa de formación profesional en psicología ofrecido por el Instituto de Psicología Aplicada de la Universidad Nacional de Colombia (Mankeliunas,M. 1993) y el año en que se produce el asesinato del líder Jorge Eliécer Gaitán. La primera década de formación de psicólogos coincide con el proceso psicosocial conocido como “La Violencia en Colombia”(Guzman, Fals-Borda y Umaña, 1962) y con el desarrollo de experiencias comunitarias desde las cuales emergieron los primeros fundamentos de la Investigación – Acción – Participativa. De acuerdo a la revisión de Sanguinetti (1981), a finales de la década del 50 existían dos programas nacionales de desarrollo de la comunidad: Colombia (1958) y Venezuela 5 (1959) que se traducían en programas sectoriales, coordinando recursos y consiguiendo la participación de la población, dirigidos por equipos interdisciplinarios de las instituciones. Es significativo mencionar aquí las experiencias de Orlando Fals-Borda (1955, 1959) con los campesinos de los Andes donde se presenta el método de la "acción comunal" que contiene casi todos los elementos de lo que posteriormente se reconocerá como Investigación-Participativa. Las investigaciones pioneras realizadas en Colombia por Orlando Fals-Borda (1959) presentaban ya la estructuración de una metodología basada en el pensamiento de Marx (1971) y de Gramsci (1976), que si bien ha sido enriquecida con aportes técnicos, no ha sido aún superada (Montero, 1983). Esto significa que en Colombia surgió el movimiento comunitario una década antes que en los Estados Unidos con la irrupción a mediados de los años cincuenta del “desarrollo comunal” el cuál era una expresión de una forma de investigación de la sociedad que involucraba interacciones destinadas a transformarla. Los investigadores sociales buscaban enfrentar el fenómeno del subdesarrollo y la dependencia caracterizado por el surgimiento de barrios marginales que cercaban las grandes ciudades, por el empobrecimiento del campo debido a la introducción de tecnologías foráneas y, por lo tanto, por la implantación de una estructura social de dependencia tecnológica y política de los Estados Unidos. Las líneas de acción que se derivaron de este proceso se caracterizaron por la elaboración de programas de desarrollo social y comunitario (Ander-Egg, 1980) basados en la participación comunitaria. Hasta este momento no se han identificado nexos e influencias mutuas entre el contexto comunitario y la formación de los psicólogos. Al pasar a la década de los años 60’s nos encontramos con un panorama mundial completamente nuevo que es precisamente donde aparece el escenario de la psicología comunitaria norteamericana y que va a tener profundas influencias en los investigadores sociales colombianos. Esta fue una década de grandes movilizaciones sociales que dieron lugar en la cultura occidental a cambios en las políticas oficiales de los gobiernos, en la concepción de lo institucional, en la mentalidad y la percepción de la subjetividad de los hombres y las mujeres. Con la sola enumeración de algunos de los hechos históricos más representativos de la década del sesenta podemos formarnos una idea general de la dimensión de los movimientos sociales. Ellos fueron: • El surgimiento de la Revolución Cubana y su influencia en los movimientos sociales de América y el mundo. • El surgimiento de los movimientos guerrilleros en varios países de América Latina. • El programa de las OEA denominado la “Alianza para el Progreso” para enfrentar los problemas del subdesarrollo Latinoamericano. • La guerra del Viet-Nam y las resistencias de los movimientos contraculturales por los derechos civiles, de lucha contra la pobreza, el movimiento comunal Hippie de carácter pacifista y los movimientos autogestionarios de los jóvenes que rechazaban el “American Way of Life”. • La revolución de jóvenes e intelectuales de “Mayo del 68” en varios países. • La Primavera de Praga. • El surgimiento de los movimientos pacifistas, ecologistas, feministas y de las minorías eróticas y sexuales. • El surgimiento de la antipsiquiatría inglesa (Cooper, 1967; Laing,1973) y la Psiquiatría Democrática Italiana (Basaglia, 1972) 6 • El surgimiento de la psicología comunitaria norteamericana como estrategia institucional para neutralizar los movimientos sociales. Cada uno de estos fenómenos sociales y culturales ha jugado un papel relativo en el surgimiento de un “movimiento comunitario”, una preocupación por la pérdida de estilos de vida comunitaria y por la creación de nuevas formas de convivencia, nuevas formas de desarrollo social y un nuevo papel social de las instituciones. Paralelamente en América Latina se continuaba desarrollando la Educación Popular que había construido estrategias de análisis crítico de la realidad y de cuestionamiento de la dependencia vinculadas a procesos de alfabetización y educación de adultos, destacándose los aportes metodológicos en especial las técnicas de “problematización y la concientización” desarrolladas por Paulo Freire en el Brasil (Freire, 1973, 1974). De la misma forma, a través del movimiento conocido como “Teología de la Liberación”, la ubicación doctrinal de la Iglesia Católica cambia en sus dos ejes básicos de la religiosidad, pasando de una concepción vertical y jerárquica a una visión más horizontal y comunitaria, y de una concepción metahistórica a una visión más histórica (Martín Baró, 1987). Estos dos conceptos, horizontalidad e historicidad hacen hoy parte de la Psicología Comunitaria Latinoamericana (Serrano-García y otros, 1983). Mientras estos procesos acontecen a nivel mundial y americano, en Colombia se producen simultáneamente otras transformaciones. “Desde los años sesentas en Colombia se vive un proceso acelerado de modernización de la economía, con un cambio acelerado de una sociedad rural a una sociedad urbana. El desarrollo desigual y desaforado del capitalismo generó riqueza y pobreza a la vez. Surgieron dos economías que reflejan las caras del orden político: la economía formal, con sus impresionantes estadísticas de crecimiento, y la economía informal, donde la mayoría de la población vive y trabaja. La llegada de la cocaína a finales de los años sesenta se sumó a las estrategias de supervivencia y enriqueció una nueva élite mientras el cultivo de la hoja ofreció un ingreso providencial a unos pocos colonos al borde de la ruina. También trajo la guerra de las pandillas y el baño de sangre que se asocian a las drogas ilegales en todo el mundo. (Pearce, 1990; Lipmann y Havens, 1965). Las discusiones sobre el cuestionamiento de la psicología individualista tradicional aparecen por primera vez en el discurso profesional colombiano en la década de los sesenta. El surgimiento de la revolución cubana determina un importante núcleo de influencia sobre las ciencias sociales, en particular en lo relacionado con el compromiso de los investigadores con el desarrollo de los sectores populares: “Hubo un fenómeno social en cuya vanguardia hay que colocar sectores del estudiantado de las universidades estatales y de los trabajadores organizados, el cual se generó en la década del 60 y 70: el protagonismo de la revolución cubana y de figuras como Ernesto Guevara y Fidel Castro encendían un ideal y un método: el ideal de la liberación político-cultural de los países latinoamericanos y el método de la lucha político-militar. Allí la estrategia fundamental era la insurrección popular para la toma del poder. Sin juzgar lo erróneo o acertado de los aspectos teóricos o prácticos de tal concepción, se izó la bandera de la liberación nacional en donde el pueblo se convertía finalmente en el actor esencial de esa actividad. Las ideas de autogestión y participación estaban fraguándose dentro de este histórico momento. Incluso, muchos grupos políticos compuestos por estudiantes, intelectuales y trabajadores planteaban que la única forma 7 real de aprender lo más importante de la vida era el trabajo con y a través del pueblo. Así, la negación de la misma Universidad en su papel de única e importante institución del qué y el cómo del aprendizaje de un saber, así como la relevancia de éste, fue tanto una actitud como un principio. La radicalidad de esta tendencia ha sido superada pero persiste la idea que considera importante el trabajo popular, el conocimiento y respeto por ese saber y la desaparición del mesianismo técnico o científico en o para la solución de los problemas sociales (Granada, 1991). Al interior de las ciencias sociales se declaró la crisis de los paradigmas que habían sido hegemónicos hasta ese momento. “Fue un debate que confrontó en la universidad a diferentes intelectuales que pugnaban por el emerger de nuevas formas de acercarse a la realidad e interpretarla. Pugnas que en muchos casos, concluyeron con el automarginamiento de algunos de sus actores y, en otros, en la exclusión directa de algunos contradictores. En nuestro medio, el caso más reconocido de abandono del medio universitario y académico fue el del profesor Orlando Fals-Borda”.(Mejia, 2003). Numerosos intelectuales abandonaron la academia y se desplazaron a las recónditas regiones colombianas a trabajar con el campesinado, buscando la manera de reconocer el saber popular y sus métodos y estrategias de conocimiento y análisis de la realidad. Se mantenía así una confrontación entre el saber científico de origen académico y el saber popular de origen comunitario y se buscaban estrategias para promover la construcción del conocimiento con las personas, rompiéndose la relación sujeto objeto propia de las ciencias positivistas. Se rompía con la neutralidad del investigador en el proceso del conocimiento y se buscaba desarrollar un conocimiento comprometido que transforma a todos los participantes en la investigación incluyendo al investigador. Las estrategias de investigación se salieron de las academias y se concibió a los sectores populares como generadores de un conocimiento propio y apropiado a sus circunstancias. De esta manera se iba gestando un nuevo paradigma de investigación que una década después se reconocería como la Investigación – Acción – Participativa. Por otra parte las comunidades cristianas de base y las comunidades cristianas campesinas retoman los planeamientos de la Teología de la liberación y desarrollan un trabajo comunitario orientado por la educación liberadora donde se privilegian los procesos de participación, las técnicas participativas y las dinámicas de grupo, así como el análisis de la realidad. El cuestionamiento del sector religioso fue tan radical que se hizo significativo el surgimiento de la figura del padre Camilo Torres Restrepo capellán de la Universidad Nacional de Colombia, quien cambió su sotana por el fusil para vincularse a las guerrillas del Ejército de Liberación Nacional donde rápidamente cayó en el combate directo. En síntesis, la situación histórica que da origen al movimiento comunitario y a la psicología comunitaria se caracteriza por el reconocimiento por parte de los políticos y científicos sociales de los procesos de desintegración social generados por el proceso de modernización y desarrollo de las tecnologías, que inducen los procesos de migración de los campos a las grandes ciudades, por el fenómeno de desorganización urbana, el rechazo de los modelos culturales y formas de relación autoritaria dentro de las instituciones, y el cuestionamiento de las políticas, programas y estrategias de abordaje de los problemas de salud mental, principalmente en Estados Unidos y Europa. En América Latina el movimiento comunitario se centra en los procesos de lucha contra el subdesarrollo y la dependencia económica. 8 La historia de la Psicología en Colombia no fue ajena a estas situaciones. En el año 1962 surge el segundo programa de formación en psicología en la Universidad Javeriana de Bogotá y sería muy interesante dilucidar las relaciones entre los acontecimientos de la década y la formación profesional del psicólogo en las universidades nacional y javeriana. La convulsionada década de los sesentas aportó las condiciones para el surgimiento de la psicología comunitaria en Colombia en la siguiente década de los años 70. Numerosas experiencias relacionadas con el cuestionamiento del control social en nombre de la psiquiatría y la psicología, dieron lugar a las búsquedas por la transformación del rol profesional y su vinculación con los sectores comunitarios. Esas experiencias fueron: - El Hospital Psiquiátrico de Boyacá: A comienzos de los años 70 empezó a conocerse en los medios universitarios y de comunicación la existencia de un hospital de puertas abiertas donde los locos podían entrar y salir libremente, este era el Hospital Psiquiátrico de Boyacá, inspirado en el movimiento de Psiquiatría Democrática Italiana y el pensamiento de Franco Basaglia. El doctor Héctor Cruz Director del hospital describe así la experiencia: “En 1973, se organiza el hospital en la forma de comunidad terapéutica y se establecen reuniones con la gente, a todos los niveles, se amplían y establecen mecanismos de comunicación, se suprimen de hecho las medidas violentas y se intentó organizar un equipo de acción comunitaria total. El hospital continúa siendo cerrado hasta 1975, cuando el Director adquiere autonomía y el hospital se inscribe, pues al Servicio Nacional de Salud. A partir de este momento, se abren las puertas del hospital, eliminándose el encierro. Progresivamente se ha tratado de dar pasos hacia afuera para establecer vínculos más efectivos con la comunidad” (Arango, 1980, 2006). Esta experiencia aportó los criterios de intervención (Herrera y Martínez, 1981) que posteriormente sirvieron de fundamento práctico al surgimiento de un enfoque de psicología comunitaria en la Universidad del Valle. (Arango, 1980, 2006) - El Seminario de Antipsiquiatría de la Universidad Nacional. Las informaciones sobre la experiencia de Boyacá publicadas en la prensa conjuntamente con la circulación de materiales ya traducidos sobre Mayo del 68, la antipsiquiatría inglesa y la psiquiatría democrática italiana y la gran discusión sobre la crisis de pertinencia de las ciencias sociales llevaron a un conjunto de profesores y estudiantes de diversas disciplinas a configurar en el año 1975 un seminario extraacadémico, sin matrículas, sin exámenes, sin nombre y sin tiempo límite de finalización donde se discutieran estos asuntos. Un pequeño grupo de estudiantes de psicología que participábamos en él lo llamábamos el Seminario de Antipsiquiatría. El seminario comenzó llamándose seminario sobre Marxismo y Psicoanálisis donde el profesor Guillermo Hoyos jugó un papel importante en la introducción de la problemática, sin embargo, cuando se empezaron a defender los planteamientos de Wilhelm Reich sobre la liberación sexual, se cambió la dinámica inicial del seminario pasando Freddy Tellez y Rubén Jaramillo a la palestra. Posteriormente Anthanas Mockus y Carlos Hernández cuestionaron el esquema patriarcal de esta dinámica introduciendo el pensamiento de Ronald Laing, David Cooper y la antipsiquiatría inglesa y así sucesivamente. El seminario se constituyó en el crisol de un nuevo movimiento comunitario que afectó la formación de los psicólogos en la Universidad Nacional. Se trabajó el pensamiento de Marcuse, los estudios sobre autoridad y familia de la Escuela de Frankfurt, el pensamiento de Franco 9 Basaglia y la Psiquiatría Democrática italiana y muchos otros. El seminario se constituyó en un espacio de discusión y encuentro que duró unos dos años, donde se presentaron los planteamientos de los nacientes movimientos alternativos, los grupos de mujeres, León Zuleta presentó el movimiento de liberación homosexual, se cuestionó la vida cotidiana y muchos profesores y estudiantes nos lanzamos a las primeras experiencias de vida en comuna, buscando superar el esquema de la familia patriarcal. De esta forma se produjo desde la autogestión la primera escuela de formación en actitudes de compromiso comunitario y cuestionamiento del ejercicio profesional del psicólogo. - El Simposio Mundial de Cartagena sobre Investigación Acción Participativa. Este fue otro evento trascendental para el desarrollo de la Psicología Comunitaria, porque en él se legitimó por parte de una comunidad científica la Metodología de la Investigación Acción Participativa – IAP-. Fals Borda entiende que la IAP es una metodología que encuadra toda una filosofía de vida que busca ser consecuente frente a la realidad de donde surge, el laberinto colombiano, constituyéndose en una postura ética. El mismo lo expresa: “Gran parte de nuestro mundo contemporáneo (especialmente en occidente) se ha construido sobre la base del odio, codicia, intolerancia, patrioterismo, dogmatismo, autismo y conflicto. La filosofía de la IAP estimula lo dialécticamente opuesto a esas actitudes. Si el binomio sujeto/objeto ha de ser resuelto con una dialéctica horizontal, como lo exige la IAP, este proceso tendrá que afirmar la importancia de “el otro” y tornarnos heterólogos a todos. Respetar diferencias, escuchar voces distintas, reconocer el derecho de nuestros prójimos para vivir y dejar vivir (...) todo esto bien puede llegar a ser un rasgo estratégico de nuestra época. Cuando nos descubrimos a las otras personas, afirmamos nuestra propia personalidad, nuestra propia cultura y nos armonizamos un cosmos vivificado”. (Fals Borda, 1990) En el I Simposio Mundial de Cartagena en abril de 1977 (ver Crítica y Política en Ciencias Sociales, 1978), se consolida una comunidad científica que confiere reconocimiento y le da legitimidad a la Investigación-Acción como un nuevo paradigma de investigación en ciencias sociales. Hay un consenso general (Rahmann y Fals-Borda, 1988; Ander-Egg 1990, De Schutter,1981, Himmelstand, 1.978; Moser,1978; Molano,1978; Sanguinetty 1981), de tomar este simposio realizado con el auspicio de las Instituciones Democráticas de Apoyo Popular (IDAP) de la sociedad civil colombianas y de algunas entidades ONG nacionales e internacionales, como el hito fundacional de esta metodología. Este simposio dejó planteado un gran debate sobre el problema práctico de la participación de la comunidad en el desarrollo de las investigaciones. Posteriormente se empezaron a desarrollar las experiencias que buscaban resolver este problema (Arango, 1995). En esta década del 70 aparecieron nueve programas adicionales de formación en psicología por lo que se consideró como la primera explosión de programas tal como lo expresa Mateo Mankeliunas: “La verdadera explosión en la formación de centros de formación de psicólogos se presentó en la década de los 70 (se crearon nueve centros), y disminuyó en la de los 80 (apenas cuatro centros). En la actualidad (1993) el país tiene 16 centros de formación académica de psicólogos: ocho en Bogotá, dos en Barranquilla, Cali y Medellín, uno en Manizales y uno en Bucaramanga. Se observa una concentración excesiva en Bogotá, y se dejan descubiertas algunas regiones del país. Este aumento tan considerable de centros de formación de psicólogos se explica por la demanda laboral, por el aumento de solicitudes de ingreso de aspirantes a la nueva profesión y por el auge que ha tenido la psicología en el mundo entero” (Mankeliunas, 1993). De estos nueve centros 10 de formación, uno surgió como un programa de formación profesional en psicología comunitaria, el de la Universidad del Valle. - El programa de pregrado en psicología con enfoque comunitario de la Universidad del Valle. Este programa surgió en la Facultad de Educación año de 1976 marcó un hito histórico en el conocimiento y desarrollo de la psicología comunitaria en Colombia. La Universidad del Valle se encontraba igualmente convulsionada por los cuestionamientos derivados de la “crisis de pertinencia de las ciencias sociales”. A la vez que se contaba con un movimiento interdisciplinario de compromiso con las experiencias comunitarias conocido como la Unidad de Educación Popular en las que participaron varios profesores y profesoras de psicología: Ursula Zier, Mariela Orozco y Carlos Arango. En este contexto, se cuestionaba que en la Universidad del Valle existiese un programa de Consejería Psicológica y se recomendaba que este se transformase en un programa de pregrado en Psicología. Por otra parte la Universidad del Valle contaba con la asesoría del psicólogo Forest Tyler, quien hacía parte del movimiento de la psicología comunitaria en Norteamérica y recomendó adoptar esta orientación para el nuevo plan de estudios. Esta asesoría se constituyó en una importante influencia para que los docentes y estudiantes de consejería adoptaran el enfoque comunitario y se sensibilizaran frente a los problemas de inadecuación entre la formación profesional de la época y la naturaleza de los problemas comunitarios del contexto. Con este programa (Consejo Directivo Univalle, 1976) el término Psicología Comunitaria aparecía por primera vez en el escenario colombiano. El programa ofrecía cuatro Seminarios de Psicología Comunitaria que hacían parte de la formación básica. Se esperaba que estos seminarios fuesen la columna vertebral del plan de estudios a la vez que las asignaturas de formación profesional específica realizaran ajustes hacia lo comunitario, así como las prácticas y las tesis. La principal dificultad consistió en la ausencia de psicólogos formados en psicología comunitaria y con actitudes de compromiso con el trabajo comunitario que estuviesen dispuestos a desarrollar el nuevo proyecto. Esto generó profundas confrontaciones entre profesores y estudiantes quienes rechazaban los modelos norteamericanos. Si bien se dieron desarrollos significativos en psicología comunitaria no se veía que el conjunto del profesorado estuviese comprometido con un enfoque comunitario en psicología y se observaba un clima de intolerancia frente al enfoque basado en los planteamientos antipsiquiátricos desarrollado por Carlos Arango. Diez y ocho años después de iniciado el programa la Facultad de Educación se dividió en dos nuevas unidades académicas: La Escuela de Psicología y el Instituto de Educación y Pedagogía. La reforma curricular del Programa de Psicología de 1994 donde desapareció el enfoque comunitario como columna vertebral de la formación del psicólogo coincidió con la separación entre estas dos unidades académicas. Se eliminaron en el nuevo programa los 4 Seminarios de Psicología Comunitaria que hacían parte de la formación básica, quedando la psicología comunitaria como una electiva profesional ofrecida al mismo tiempo con otras electivas tales como neuropsicología, psicología clínica psicoanalítica, psicología clínica comportamental, psicología clínica humanista, psicología ambiental, psicología educativa, psicología organizacional, sexualidad humana, lo que en la práctica llevaba a que los grupos de profesionalización quedasen reducidos, por simple aritmética a dos o tres estudiantes. Esta situación llevó a los profesores del área de psicología social a pensar en el ofrecimiento de electivas de profesionalización en psicología social que concentrasen un 11 mayor número de estudiantes y se diesen herramientas básicas que fuesen aplicables en los campos de lo ambiental, lo comunitario y lo organizacional. Se mantiene en la actualidad la posibilidad de realizar prácticas y tesis en psicología comunitaria lo que permite que se continúe desarrollando aunque en condiciones más restringidas. En el nuevo programa de formación los desarrollos alcanzados por otros profesores no fueron suficientemente reconocidos y respaldados por el cuerpo de profesores, generándose un clima de invisibilización del trabajo del otro e intolerancia frente a desarrollos conceptuales e investigativos que no satisfacían las preferencias hegemónicas. El testimonio de una profesora sobre la situación actual (en el año 2006) es elocuente al respecto: “En el Instituto (de Psicología) han tratado de opacar el trabajo que se hace en psicología comunitaria, pero en los últimos semestres hemos tenido un gran número de estudiantes en el área. Si bien muchos se van por clínica, que es “obligatoria”, cosa que aun no entiendo después de 10 años aquí. No lo entiendo porque muchos de los problema sociales y psicosociales de Colombia, son eso: psicosociales y no clínicos, total, casi todos los estudiantes están haciendo trabajo psicosocial, bien sea en instituciones estatales o públicas, ONG´s, o como free lance presentando por sí solos proyectos comunitarios en Cali y la región. Lo que nos falta para darle un peso, importancia y visibilidad al trabajo de psicología comunitaria es terminar de montar los programas de posgrado en los que estamos trabajando y presentar el diplomado cuanto antes”. En este comentario podemos identificar una dinámica orientada a la invisibilización de la psicología comunitaria en la comunidad académica de la Universidad del Valle. Como un balance general de esta experiencia podemos afirmar que unas quince promociones alcanzaron a formarse con el enfoque comunitario lo que equivale a un número estimado de 400 psicólogos. En la actualidad la Universidad del Valle cuenta con un enfoque de Psicología Comunitaria (Arango, 2006) que se ha seguido desarrollando por fuera del programa de Psicología, en el contexto del trabajo interdisciplinario con el Grupo de Educación Popular, en la formación de Magísteres en Educación con énfasis en Educación Popular y Desarrollo Comunitario, en una línea de formación en el Doctorado en Educación y a través de programas de extensión donde participan numerosos psicólogos egresados del programa de psicología. Por otra parte, se siguen produciendo investigaciones, tesis y experiencias de práctica al interior del programa de Psicología. En la actualidad existen varias líneas de investigación en desarrollo relacionadas con el comportamiento participativo (Arango, 1993ª, 1993B; Arango y otros, 1996; Arango y Varela, 1988; González, Soto y Vela,1986; Ortega y Vergara, 1991; Perea, 1990; Ramírez, Bolaños y Suárez, 2001; Varela, 1988) participación, (Granada, 1998b), el rol del psicólogo comunitario (Arango, 1991, 1995), la psicología de la convivencia (Arango, 2001, 2002ª, 2002b, 2006; Arango y Campo, 2000, 2001, 2002, 2004, Bolaños, 2006; Campo, 2005; Moncayo, 2006; Mora, 2005; Ruiz, 2005), Psicología social, salud y comunidad (Delgado, 2000, 2003, 2004, 2005, 2006; Delgado y Vázquez, 2005), psicología y género (Giraldo, 1972, Obando, 2006; Britto, 2006), representaciones sociales y medio ambiente (Granada, 1988,1998,2002). También se han desarrollado trabajos académicos alrededor de la intervención en psicología comunitaria (Estudiantes del Seminario de Psicología Comunitaria III, 1979; Arango, 1980, 1981, 1984, 1990; Arango, González y Meluk, 1982; Ararat y Sarria, 1984; Lechter,1983; Solarte, Proaño y Orozco, 1984), los sistemas de subsistencia comunitarios (Arango, 1984), intervención comunitaria con farmacodependientes (Aristizabal, Ossa, Quintero y Vela, 1987; García, 2004; Strauss, Alarcón y Granada, 1989), representaciones sociales de la ciudad (De Los Ríos, 1986, 1987, 1988), 12 Investigación-Acción Participativa (Arango, 1995; De Roux, 1990), accidentalidad vial, (Granada, 1986), medio ambiente y desarrollo, (Granada, 2001, 2002ª, 2002b, 2002c, 2003; Silva y Granada, 2004; Zúñiga y Navas 1987), significación comunitaria de psicotrópicos, (Ruiz, Woodcock y Zapata, 1990). A pesar de estos importantes desarrollos conceptuales es lamentable tener que reconocer que existen fuertes presiones para impedir que los psicólogos asuman una identidad profesional como psicólogos comunitarios, esto pudo constatarse en la investigación sobre el rol del psicólogo que trabaja con comunidades en la ciudad de Cali (Arango, 1991) donde todos reconocían trabajar en comunidad pero veían poco viable profesionalmente asumirse como psicólogos comunitarios. Desde esta perspectiva encontramos un nuevo elemento de juicio para sustentar la hipótesis de la invisibilización de la psicología comunitaria por parte de la psicología académica. El Programa de Psicología de la Universidad del Norte recibió autorización del ICFES para otorgar títulos de psicólogo en el año 1974. José Amar Amar relata cómo apareció la psicología comunitaria en este programa: “En esos años (1977) iniciamos el proyecto de psicología comunitaria denominado “La Playa”. Este proyecto, que en su extensión se denominó “Costa Atlántica”, creó una nueva forma de hacer psicología más cerca de la gente, menos individual y más comunitaria, originando y nutriendo los primeros grandes proyectos de investigación en Uninorte. Como consta en las actas, el primer programa que habló de investigación —e hizo investigación—, fue Psicología. Este gran proyecto fue liderado por solo alumnos del Programa de Psicología, como Grace María, Luz Marina María, Alonso Macías, Francis Royett, María Amarís, Mónica Durán, Tonny Palencia y Camilo Madariaga, quien fue durante muchos años el gran líder de todo el trabajo de Psicología Social y Comunitaria que realizamos en el Caribe colombiano. Camilo acumuló un conocimiento y una práctica en psicología social y comunitaria como nadie en Colombia; y su producción científica es un valioso aporte a la Psicología colombiana” (Amar Amar, s.f. http://www.uninorte.edu.co/web/departamento-de-psicologia/jose-amar) Una síntesis general sobre la manera como esta década influyó en el desarrollo de la psicología social y comunitaria la encontramos en el balance que se presenta sobre la psicología social en el texto de Ardila (1993): “La psicología social, como otras especialidades, experimentó un fuerte crecimiento a raíz de la apertura en el país, durante la década de los años 70, de nuevos centros de formación. Tal fenómeno condujo a una mayor heterogeneidad en cuanto a objetos, conceptos, técnicas y métodos, gracias a la introducción de autores y teorías a través de profesores invitados y de los primeros profesionales formados en el exterior. Con ellos y las obras de psiquiatras sociales colombianos como José Gutiérrez y Álvaro Villar Gaviria (1978) y de psicólogos (Arcila, 1974), se consolidan las primeras aproximaciones en el país. Durante esta época, así como los profesionales dedicados a la especialidad encontraban eco a sus ideas en otros países del continente, ellos a su vez reflejaban los más recientes desarrollos de su tiempo. La crisis de la relevancia, el fortalecimiento de la psicología comunitaria y las microteorías sociales acaparaban la atención de todos los preocupados por este campo de trabajo. Junto con los anteriores eventos, factores extrínsecos incidían en el curso de la psicología social. Uno de ellos, quizás el más fundamental, se relacionaba con los múltiples problemas sociales, crónicos y novedosos, y las expectativas que sobre la participación de esta especialidad en la solución de los 13 mismos se formaron en otras disciplinas científicas, en instituciones de diversa índole y en general, en la sociedad. Tales tendencias se evidenciaban en las leyes de la oferta y la demanda en el mercado laboral, y en las políticas gubernamentales para el desarrollo y/o financiación de investigaciones en el área, ya fueran dentro de las mismas organizaciones oficiales o con respecto a aquellas encargadas de promoverlas en particulares. Sin embargo, los cuestionamientos sobre las teorías, objetos, métodos, usos, atenencia e importancia de lo estudiado por la psicología social, y su mismo carácter científico que hizo parte de la llamada crisis de relevancia en el Primer Mundo, se vieron acentuadas aquí, conduciéndola a su aislamiento y letargo actual. Factores como la ausencia de agremiaciones fuertes en el área, la falta de programas en pre y posgrado que fomenten el desarrollo de la psicología social colombiana, los deficientes mecanismos de divulgación, etc., son, en buena parte, los causantes de los desacuerdos responsables de la situación actual (Cruz, 1993). En este texto, muy sutilmente se expresa que la psicología social a partir de esta época se ha mantenido en un estado de aislamiento y letargo, dejando de tener presencia y protagonismo en el contexto psicológico y social colombiano, por no haber sido consecuente con los cuestionamientos ideológicos y políticos del ejercicio profesional. Pareciera ser que esta situación se ha mantenido constante hasta la actualidad, sin embargo si ahondamos en nuestra exploración encontramos elementos para pensar que no es así. La década de los años 80’s se caracteriza por ser la época en que se dio un reconocimiento público a la psicología comunitaria. Este reconocimiento se expresa en los siguientes fenómenos: 1. El inicio de la reflexión epistemológica y teórica en eventos profesionales y científicos en psicología comunitaria. 2. La catástrofe natural de Armero. 3. El surgimiento de nuevos programas de formación en que fue relevante la psicología comunitaria. 4. El asesinato de Ignacio Martín –Baró. - El inicio de la reflexión epistemológica y teórica en eventos profesionales y científicos en psicología comunitaria. Durante esta década se realizaron los siguientes eventos: En julio de 1981 la Federación Colombiana de Psicología organizó el Primer Encuentro regional de Psicólogos Comunitarios en Bogotá. En agosto de 1981 la Organización Nacional de Estudiantes de Psicología –ONEPrealiza el primer Congreso Nacional de Estudiantes de Psicología en Bogotá, sobre el tema: “Psicología comunitaria: desarrollo y perspectivas”. En junio de 1982 promovió el Primer Seminario Nacional de Psicología Comunitaria en Bogotá. En 1983 la Universidad INCCA de Colombia realiza el I Encuentro Crítico Inaugural de Psicología Comunitaria, donde conocimos los planteamientos de Maritza Montero (Montero, 1983). En octubre de 1983 la Universidad INCCA de Colombia y la ONEP, realizaron en Bogotá el Segundo Seminario Nacional de Psicología Comunitaria. La Asociación Colombiana de Psicología Social ACOPSIS organizó el Primer Congreso Nacional de Psicología Social Comunitaria, en Bogotá, en 1988. 14 Igualmente en esta década se editó la revista RIZOMA con tres números. En esta década se avanzó tanto en lo teórico como en lo práctico. En lo teórico estos eventos contribuyeron en la siembra de las reflexiones epistemológicas que sirvieron de base para el desarrollo posterior de la psicología comunitaria (Marín, 1980; Brea y Correa, 1985) así como aparecieron interesantes publicaciones sobre el análisis psicológico del hombre colombiano en el contexto colombiano (Flórez, 1984; Ardila, 1988). En lo práctico se destacó la experiencia de creación y montaje de los Hogares Comunitarios de Bienestar Familiar orientados a la crianza infantil en sectores populares, experiencia liderada por el psicólogo José Amar Amar (Amar, 1986, 1989). - La catástrofe natural de Armero. La situación de catástrofe, acaecida en 1986, ocasionada por la erupción del Volcán- Nevado del Ruiz y la destrucción y desaparición de la población de Armero donde murieron 25.000 personas y otras tantas quedaron desplazadas, sin techo, ni propiedad, ni población, ni redes comunitarias, obligó a toda la sociedad a replantearse sus estrategias de intervención profesional para enfrentar los problemas psicosociales generados en situaciones de desastre donde es necesario reconstituir el tejido social empezando por las estrategias de supervivencia, elaboración del duelo, generación de ingresos, estrategias de participación, construcción desde cero del tejido social, organización comunitaria, generación de proyectos, cuestionándose nuevamente el tipo de formación profesional tradicional del psicólogo. Según el profesor Eduardo Aguirre la experiencia de Armero sorprendió a los psicólogos del país, pues "hubo gente de la Universidad Nacional y Javeriana que se desplazaron a Armero, y fue sorprendente lo que traían: esa incapacidad de intervención con los modelos tradicionales y la necesidad de buscar un medio para dar respuestas inmediatas, pero también que permitieran dar una reorganización de ese grupo humano" (Mejía Barrero y Jiménez, 1990) “El desastre natural de Armero significó toda una confrontación ética frente al quehacer del psicólogo, pues allí se evidenció la contradicción entre las teorías traídas del exterior y las realidades específicas que aquí se vivían. Es así como se hace necesaria la intervención psicológica de una manera distinta a la del consultorio, y la opción comunitaria empieza a coger mucha fuerza” (Mejía, Barrero y Jiménez, 1990) - El surgimiento de nuevos programas de formación en que fue relevante la psicología comunitaria. En esta década surgieron dos programas de formación profesional nuevos en la Universidad INCCA de Bogotá, en la Universidad de Manizales y un programa de maestría en Psicología Comunitaria en la Universidad Javeriana de Bogotá. En la Universidad INCCA de Bogotá, se impulsó la psicología comunitaria desde el año 1980, se conformó un área comunitaria, se impulsaron varios eventos profesionales y científicos y se desarrollaron numerosas experiencias de trabajo con comunidades que no han dejado hasta el momento publicaciones reconocibles. “Los orígenes de la psicología comunitaria en la Facultad se inician en el año 1980 con la incorporación del psicólogo Carlos Arturo Carvajal, quien va aportando elementos de ésta, desde la psicología social. Para el año 1982 se estructura como área específica”. “Su orientación ha sido la de una psicología crítica, dialéctica o con enfoque marxista. Se discute sobre la base de planteamientos de autores latinoamericanos que han estructurado esta concepción teórica, como Mariza Montero, Gerardo Marín, Ester Weisenfel, Ignacio Martín Baró”. “La tendencia actual es acabar con la concepción de área y trabajar la 15 práctica de manera integral con psicología laboral, educativa y de la salud, existiendo continuidad entre la práctica y el trabajo de tesis”. (Díaz, 2001). En la Universidad de Manizales, “la psicología comunitaria empieza a desarrollarse desde 1986 a raíz del desastre de Armero, donde por erupción del Nevado del Ruiz, desaparece aquella población, presentándose el desplazamiento de sobrevivientes y damnificados a la zona del eje cafetero. Esta situación crea problemas de orden psicosocial que requieren de la intervención de las diferentes universidades de la zona mediante sus diversas disciplinas. Desde la Facultad de psicología se apoya el proceso de intervención en los campamentos de damnificados, ofreciendo un seminario de psicología comunitaria para los estudiantes, liderado por Carlos Arturo Carvajal”. “Aquí se promueve un enfoque de psicología comunitaria latinoamericana, que conlleva una concepción neomarxista apoyada en los planteamientos de la Investigación – Acción – Participativa y una línea de investigación sobre el “Locus de control”. En esta universidad el desarrollo de la psicología comunitaria se evalúa como positiva, toda vez que ha logrado posicionarse en el contexto general de la psicología donde se mantiene un número de estudiantes que se mantienen atraídos por sus problemas, su reflexión y su quehacer, además del número de profesores que componen el área” (Díaz, 2001). Igualmente es necesario llegar a identificar las publicaciones que se han derivado de este proceso. La Universidad de Manizales ha tenido también una importante presencia en la comunidad virtual a partir de la reflexión de Álvaro Díaz Gómez (ver páginas Web en bibliografía) sobre la democracia, los derechos humanos, la constitución de sujeto político, la subjetividad política y ciudadanía juvenil, la socialización política y la formación de ciudadanía en los niños y los jóvenes, la autobiografía política así como la diferencia entre la política y lo político. La Maestría en Psicología Comunitaria de la Universidad Javeriana es el tercer programa que surge en esta década, constituyéndose en el segundo hito de aporte al desarrollo de la disciplina. Esta maestría se inicia en el segundo semestre de 1987 (Nieto, 1993) y se mantiene durante diez años hasta el primer semestre de 1997. Si bien no fue posible acceder a información directa sobre los orígenes y motivaciones para el surgimiento de esta maestría, es significativo que haya aparecido un año después de la catástrofe de Armero. De acuerdo al trabajo realizado por Mejía, Barrero y Jiménez (1990) esta maestría surge con una fuerte presencia del modelo de la psicología comunitaria anglosajona, con la pretensión de dinamizar a partir de la intervención procesos organizacionales, educativos y comunitarios. Más adelante se hace evidente la influencia teórica del psicólogo social y sacerdote jesuita Ignacio Martín Baró, quien le imprime a la Maestría un carácter de psicología crítica, social y comprometida con la liberación. Según Alfonso Sánchez, además de la influencia teórica de Martín Baró, la Escuela Crítica de Frankfurt jugó un papel importante en el desarrollo de la maestría, en tanto que aportó una serie de matices y elementos como la investigación con un marco histórico hermenéutico y crítico social, dando lugar a otras formas de producir saber que no son las tradicionales formas empírico analíticas. Al indagar sobre el sentido de lo comunitario nos encontramos en este trabajo con la afirmación de Sánchez que "para acabar de diluir ese ancestro en la Psicología Comunitaria asistencialista vinculada al área de la salud exclusivamente, la psicología que nosotros hacemos es fundamentalmente una psicología social con proyección hacia el ámbito de la comunidad" (Mejía, Barrero y Jiménez, 1990). 16 Se han identificado 66 tesis de maestría4, con 102 estudiantes graduados. A partir de estas tesis se pueden reconocer los temas de investigación que se trabajaron. Dos de ellos parecen constituir líneas de investigación por el número de tesis realizadas; una sobre participación política y comunitaria y la otra sobre representaciones sociales. En líneas generales, y sin haber tenido la oportunidad de revisar las tesis mencionadas se puede afirmar que por lo menos la tercera parte de los temas trabajados tienen una relación directa con el desarrollo clásico de la psicología comunitaria, ellos son: Participación política y comunitaria (Alarcón, 1990; Buitrago, Díaz y Parra, 1991; Cañón, Gálvez y Nieto,1989; Cañón, Guzmán y Medina,1993; Cárdenas, Fernández y Plata1993; Cardona, 2003; Hernández, 1998; López y Páramo,1990; Mugno, Jaime y Liévano, 1996; Neira, Duque, Duarte, Campos y Ayala, 1994; Payares y Ruiz, 1989); psicología comunitaria (Arregocés, et al. 1990; Rodríguez 1993), convivencia (Otálora y Ramírez, 1993; Tascón, 1997), Empoderamiento (Iglesias, 2000), desarrollo comunitario (Molnár, 2001), socialización y transformación comunitaria. (Castillo, 1998), violencia y socialización comunitaria (Santacruz, Torres y De La Cruz, 1990) desplazamiento (Arcila, 1997; Ramírez, 1999), coeducación en comunidad educativa (Baquero, 2003), géneros y psicología comunitaria (Castro, Montero, Sierra y Gutiérrez, 1990), sentido de comunidad (Escobar, 1994), solidaridad (López y Mejía 1996) y resistencia (Vaca, 2004). Las otras dos terceras partes de las tesis realizadas, desarrollan temas propios de la psicología social en sentido amplio, la psicología de la salud, de la educación, ambiental, organizacional y la filosofía. Esos temas son: Representaciones Sociales (Arango, 1997; Cortés, 2000; Farfán, 2002; Forero, Galvis, Luna y Restrepo, 1995; Mantilla y Ramírez, 1995; Marls, 2002), Riesgos (Pedraza, 1996), socialización (Gómez, 1999; Mancipe, 1998), Construcción del sujeto (Pinzón y Villarreal, s.f ; Velásquez, 2001), jóvenes (Castro, 1997; Gómez, 2001; Niño, 2000; Redondo, 1999; Rodríguez, 1998; Rondón, 1998), conflicto juvenil (Plaza, 1996), intervención religiosa (Salas, 1998), riesgos psicosociales en entidad financiera (Torres, Solórzano y Jutinico, 1999), prácticas de crianza y salud (Aguirre y Strauch,1999), identidad y sustancias psicoactivas (Barreto, 2001), vínculos e identidad (Navarrete, 1996), VIH-SIDA (Echeverri, 1997), familia (Briceño, 1996; Garzón, 1996; Paredes, 1996), educación (Amaya, Castellanos, Suárez, Castellanos y Niño, 1993), evaluación (Restrepo, 1996) comportamiento en el espacio vehicular (Bromser, 1998), minusvalías (Caicedo, 1996; Delgado, 1997; Villamil, 2001), envejecimiento (García, 2003; Patiño, 1997), juventud y ciudad (Durán, 1999), cultura organizacional (Peralta, 2002), influencia del estado en investigación (Ardila, 2000), Constitución Nacional (Acosta y Arellano, 1997), derechos humanos (Díaz, 1997). Podría afirmarse que a partir de este grupo de 102 magísteres en psicología comunitaria Colombia ya cuenta con profesionales formados para garantizar el desarrollo de la disciplina, sin embargo es alarmante la ausencia de programas de formación posgraduada en este momento y el aparente retroceso de la psicología comunitaria en los programas de pregrado. - El asesinato de Ignacio Martín – Baró. El 16 de noviembre de 1989 es asesinado en El Salvador junto con otros compañeros, el psicólogo social y sacerdote jesuita 4 En la bibliografía se presenta un anexo específico sobre esta experiencia. 17 Ignacio Martín Baró, quien deja un legado de cuestionamiento a la psicología tradicional y un enfoque particular reconocido como psicología crítica. Su trabajo como psicólogo social se comprometió a la búsqueda de las razones que están en el fondo de la realidad latinoamericana: injusticia, pobreza y violencia. Toda su producción científica (Baró, 1981, 1983, 1987, 1989, 1990, 1991, 1995, 1998, 2003) estuvo al servicio de la construcción de una psicología social que tuviera como protagonistas las mayorías populares. Su pensamiento ha sido y sigue siendo en Colombia fuente de inspiración en el desarrollo de la psicología comunitaria y de la psicología social crítica. En los años 90’s se presentan tres procesos que transforman profundamente el escenario colombiano. La entrada de la economía a la globalización, la guerra del narcotráfico y la reforma constitucional. Estos eventos tienen repercusiones importantes sobre el desarrollo de la psicología comunitaria. El proceso de globalización de la economía neoliberal, acabó con la significativa clase media que se había gestado en el período de modernización polarizándose la conformación de la población en dos clases sociales: la de los dueños las transnacionales y del país, y una gran clase popular que abarca más del 70% de la población en situación de pobreza. El asesinato del candidato presidencial Luis Carlos Galán en 1989 por parte de los carteles del narcotráfico se constituye en un acontecimiento que pone nuevamente en tela de juicio la posibilidad de superar la corrupción y el narcotráfico. “El auge de los barones de la cocaína no es, contra la opinión de muchos, la causa de la actual crisis política de Colombia. Se trata de la manifestación reciente de un antiguo conflicto” (Pearce, 1990). Para enfrentar este asesinato, el gobierno declara la guerra al narcotráfico produciéndose fuertes enfrentamientos entre el ejército y los carteles de la droga. Sin embargo, lo que se logra establecer cada vez de manera más clara es la estrecha relación que existe entre los sectores hegemónicos del país y el narcotráfico. En líneas generales puede afirmarse que los actores enfrentados en los conflictos armados, independientemente de que se presenten como guerrilleros, paramilitares o militares, resultan teniendo fuertes compromisos con el negocio del narcotráfico. El incremento de las desigualdades sociales en Colombia, y la irrupción de la narcocultura en la vida política y en la vida cotidiana del país, hacen cada vez más preocupante el fenómeno del conflicto y la violencia y la necesidad de desarrollar estrategias de estudio e interpretación del fenómeno. En el año de 1991 se convocaron elecciones para la realización de una Asamblea Nacional Constituyente que da lugar a la elaboración de una nueva Constitución Nacional. La nueva Carta Magna establece que la sociedad colombiana es una sociedad multiétnica y pluricultural a la vez que la consagra como una sociedad participativa. El reconocimiento de las múltiples culturas y etnias fue un paso adelante hacia la valoración de los saberes populares de las comunidades, simultáneamente, a partir del reconocimiento de la dimensión participativa de la sociedad se legitimaron los mecanismos de participación social, sin embargo en la realidad terminó cooptándose el discurso de la participación comunitaria y se normalizaron y burocratizaron los procedimientos de participación. De todas maneras, un nuevo espíritu alentó los procesos de transformación institucional que debieron revisar sus fundamentos éticos y programáticos para ajustarse a la nueva concepción de la sociedad. Este nuevo espíritu se constituyó en una condición de avance para la psicología comunitaria. 18 A comienzos de los años noventa en la ciudad de Cali se presentaron los resultados del macrodiagnóstico conocido como “El Cali que queremos” donde se analizó la situación de la ciudad, de sus sectores comunitarios y sus principales problemáticas (Cámara de Comercio, 1993). Como producto de este diagnóstico se identificó una alta conflictividad social y la necesidad de realizar acciones preventivas de la violencia a través de programas educativos. Varias instituciones decidieron realizar procesos de concertación dando lugar a la creación “Programa Interinstitucional de Educación para la Participación y la Convivencia Ciudadanas - EDUPAR”. Las Universidades del Valle y Javeriana de Cali participaron tanto en el proceso de elaboración del diagnóstico como en el de respaldo y dirección de este nuevo programa. Se conformó un equipo de educadores que en su gran mayoría fueron psicólogos. Desde el año 1991 comenzó a desarrollarse el trabajo psicosocial sobre los procesos de convivencia a partir de estrategias educativas realizadas con sectores comunitarios.(Arango, Campo y otros, 2002) Al finalizar la década del 90 ya existía una línea de investigación psicosocial sobre psicología comunitaria de la convivencia (Arango, 2001, 2002, 2002; Arango y Campo, 2000, 2001). - En el año de 1995 surgió el programa de pregrado en Psicología Social Comunitaria de la Universidad Nacional a Distancia –UNAD-. Este evento puede ser considerado el tercer hito en el desarrollo de la disciplina. El factor detonante para la creación de este y de otros programas profesionales fue el surgimiento de la política oficial del estado de ampliar la cobertura de la matrícula como una forma de contribuir a la democratización de las oportunidades de acceso a la educación superior que comenzó con el gobierno de Belisario Betancourt en el período (1982 – 1986). Este programa implementó una modalidad de educación a distancia que llega a por lo menos 51 Centros Regionales de Educación Abierta y a Distancia -CREAD- del país (42 centros de educación superior y 9 centros comunitarios de educación superior). La justificación del enfoque comunitario se basó en cifras estadísticas sobre hechos violentos tales como homicidios, suicidios, maltrato infantil y otras formas de violencia y posteriormente se argumentó con una fundamentación teórica basada en el construccionismo y la hermenéutica. (UNAD 2005). A finales del año 2005, diez años después de iniciada la experiencia el programa de Psicología Social Comunitaria se transformó en un programa de formación básica en psicología, desapareciendo lo social-comunitario que quedó reducido a dos créditos académicos, aunque se sigue afirmando que se conservará el enfoque comunitario. En su lugar se proponen cursos de profundización en psicología clínica, educativa y laboral. Las razones de tal determinación se basaron en “las dificultades que son comunes a todos los intentos de resolver de manera prematura la especialización de los profesionales universitarios” (Documento UNAD 2005). Según la información del psicólogo Edgar Barrero, cuando se abrió este programa, se consideró que era necesario hacer nuevas lecturas sobre lo que debía ser la psicología social comunitaria en contextos tan complejos como el colombiano. De allí que uno de los fundamentos epistemológicos de la carrera haya sido el construccionismo y algunos aspectos propios de la filosofía postmoderna. A juicio de este egresado, este fue uno de los errores que se cometieron en la formulación del programa, pues en este intento se terminó negando la historia misma de la psicología, y al mismo tiempo, no se construyó una propuesta en psicología social lo suficientemente fundamentada en aspectos como su devenir histórico, sus fundamentos epistémicos, los dispositivos metodológicos y los posibles campos de acción; es decir, que se quería hacer una nueva psicología, pero no 19 se tenían muy claros los dispositivos metodológicos para su implementación y no se contaba con los docentes e investigadores preparados para tal fin. Se estima que en la actualidad existen más de 14.000 psicólogos social comunitarios graduados por la UNAD y distribuidos en 42 regiones del país. Actualmente hay matriculados 8292 estudiantes que se graduarán con este título. El 89.66% de los egresados de una muestra de 76 informaron que se desempeñan en actividades de carácter comunitario. El potencial del egresado del Programa de Psicología Social Comunitaria tiene una proyección bastante marcada hacia el desarrollo de actividades comunitarias entendiéndose por estos organismos gubernamentales, no gubernamentales, proyectos de gobierno (alcaldías mayores, menores). (Documento UNAD 2005) Se afirma que se ha logrado desarrollar un pensamiento crítico y propositivo respecto de la disciplina psicológica, afirmación que espera ser validada por resultados visibles. Lo más destacado de este programa es que la psicología comunitaria parece estar acompañando a comunidades apartadas, como los Resguardos Indígenas donde preexisten experiencias comunitarias propias de sus culturas, o las comunidades afrocolombianas donde se dan procesos de recuperación cultural. Según la información ofrecida por Esther Julia Sarria, los temas de investigación más desarrollados son los relacionados con la problemática psicosocial de violencia intrafamiliar, maltrato infantil y de procesos de participación política y comunicación comunitaria (García, Huérfano y Moreno, 2000), estudios sobre factores de riesgo de los adolescentes en torno a embarazos tempranos, consumo de sustancias psicoactivas, la formación en valores (Gálvez, 1991), conflicto entre pandillas (Lemus, 2002), el rendimiento escolar, el menor trabajador, la convivencia pacífica, criminalidad (Prieto, s.f.), el duelo por la violencia armada, representaciones sociales en comunidades rurales, o de educación sexual, etc. muchas se han desarrollado en instituciones educativas, en barrios, con organizaciones juveniles o de adultos y con familias. Se viene adelantando un estudio sobre el perfil del estudiante de la UNAD (Barca, s.f.) y el seguimiento a sus egresados (Carvajal, 2000; Prado, s.f.). Se dice que una de las fortalezas del egresado es el desarrollo de habilidades investigativas-interventivas en distintos procesos comunitarios. Se afirma que allí se ha venido construyendo una experiencia bastante significativa que amerita una sistematización. Por otra parte se ha podido constatar que existen procesos importantes de agremiación y organización de los psicólogos sociales-comunitarios titulados los cuales se encuentran comprometidos de manera autónoma con el desarrollo de la disciplina. En esta dirección se conoce la existencia de la “Corporación Psicosocial” que debate en este momento sus estatutos, con el fin de acceder a un reconocimiento jurídico. La principal dificultad para avalar esta información es el escaso número de publicaciones sobre las experiencias, los proyectos y las investigaciones. Sin embargo quiero dejar constancia que he sido invitado a realizar seminarios y encuentros regionales en las poblaciones de Acacías (Meta), Sincelejo (Sucre), Santander de Quilichao (Cauca) y Palmira (Valle) y en todos los casos he encontrado un numeroso contingente de psicólogos comprometidos con experiencias complejas relacionadas con las zonas de conflicto, el trabajo con los desplazados, los reinsertados, la pobreza y las violencias. Considero que este contingente de psicólogos sociales comunitarios requiere 20 de organizaciones profesionales que garanticen una mayor capacitación y el desarrollo de condiciones para la sistematización y difusión de experiencias y la investigación. La experiencia de la UNAD coincide con el fenómeno de la proliferación de Facultades de Psicología en Colombia, que responde a la misma política. Esta sería la segunda explosión de programas de psicología. De acuerdo a la revisión sobre el desarrollo de la Psicología Académica en Colombia, en el año 1993 se identificaban 16 instituciones de educación superior que ofrecían programas de psicología de las cuales 13 (el 80%) eran privadas. “La mayoría de los programas iniciaron labores sin llevar a cabo un análisis de la necesidad de su existencia. Tal como lo anota Montealegre (1981) las justificaciones de apertura no se basan en investigaciones efectuadas sobre los requerimientos del medio sino en consideraciones generales. La falta de justificación es debida a la carencia de un plan general en el país acerca de las necesidades globales de desarrollo de una profesión concreta, teniendo en cuenta la situación general económica y social” (Giraldo, 1993). En el año 2018 existen en Colombia 196 programas de psicología de los cuales 142 se encuentran registrados en ASCOFAPSI. (Documento UNAD, 2005). Varias universidades, como la Universidad Cooperativa, la Universidad Javeriana, La Pontificia Bolivariana, etc., poseen varios programas de psicología en las diferentes ciudades en que están presentes. Es decir que hubo un incremento en el 1.071% en los programas de psicología. Sin embargo, tampoco se encuentra que en este nuevo boom se haya tenido en cuenta la situación de los problemas comunitarios colombianos ya que no se dio un incremento en la oferta de programas con orientación comunitaria. Por el contrario, la Asociación Colombiana de Facultades de Psicología –ASCOFAPSIpromueve como política oficial que los programas de pregrado garanticen una formación básica en psicología, y no está bien visto que ofrezcan formación en comunitaria por considerarse un campo de especialización que debería desarrollarse como posgrado. Nos encontramos pues con una situación donde se observa un incremento sustancial en los problemas comunitarios, a la vez que se puede registrar un incremento en el número de programas académicos de pregrado en psicología, con el paradójico resultado de una disminución en las experiencias de formación en psicología comunitaria. A este fenómeno de alejamiento de la comunidad psicológica con respecto a los problemas comunitarios y de incremento en la formación psicológica tradicional lo he denominado la escolarización de la Psicología Académica. El tema de la escolarización se refiere explícitamente a la desconexión existente entre los contenidos de la formación académica y la complejidad de los problemas de la realidad social y cultural, por no hablar de la desactualización de los enfoques tradicionales de la psicología como consecuencia de la globalización y las nuevas formas de socialización. El siglo XXI. La entrada de Colombia en el nuevo milenio, significó igualmente la entrada de lleno en el mundo de la globalización. Numerosas dinámicas sociales emergieron en los escenarios urbanos y los medios masivos de comunicación así como la comunicación virtual vía Internet, transformó los escenarios de comunicación, intervención comunitaria y participación social. Los procesos de comunicación e interconexión hicieron posible la difusión e intercambio de la información, y las estrategias de coordinación, concertación e intervención en red se impusieron sobre las dinámicas tradicionales del trabajo comunitario centrado en proyectos aislados de autogestión comunitaria. 21 En este nuevo escenario se destacan varios acontecimientos que afectaron el desarrollo de la psicología comunitaria en Colombia. - El terremoto de la zona cafetera de Armenia. El fenómeno de los desplazados por el conflicto armado y la institucionalización de la Atención Psicosocial como función del estado. La experiencia de la Red de Promoción del Buen Trato y prevención de la Violencia Intrafamiliar del municipio de Cali. La conformación de la Red Colombiana de Investigadores en Psicología. El Surgimiento de los programas de formación de postgrado en Psicología Social y Comunitaria Las negociaciones de Paz en la Habana y la consolidación del escenario del postconflicto. La conformación de la Red Colombiana de Psicología Comunitaria y la Expedición Psicosocial colombiana. La catástrofe de Mocoa. - El terremoto de la zona cafetera de Armenia. Este fenómeno acontecido el 25 de Enero de 1999, que afectó los departamentos de Caldas, Risaralda, Quindío y parte del Tolima, fue otra catástrofe que conmovió a la sociedad y obligó a todos los sectores sociales y profesionales a implementar estrategias de reconstrucción y rehabilitación. Nuevamente nos encontramos con una realidad inminente que interroga la formación profesional del psicólogo. Ante el interés que representaba este evento para la psicología comunitaria el estudiante Francisco Javier García comprometido con el tema y que participó en el proceso de reconstrucción, decidió realizar un trabajo de campo orientado a obtener una visión panorámica sobre las publicaciones resultantes de las diferentes intervenciones psicosociales. Entrevistó informantes claves que fueron tres ingenieros civiles empleados del FOREC (Fondo para la reconstrucción del eje cafetero) quienes administraron los recursos dados a las diferentes ONGs que en avalancha vinieron a intentar ganarse un espacio en medio del botín de abundantes recursos económicos. Según estos informantes los profesionales que realizaron intervenciones psicosociales en su mayoría fueron trabajadores sociales, sociólogos, antropólogos y comunicadores sociales. Todos coincidieron además en que tales profesionales manejaban "muy bien el discurso psicológico". De lo cual podemos inferir que el discurso psicosocial está en manos de otros profesionales diferentes a los psicólogos, por lo menos así fue en el caso de la reconstrucción del eje cafetero. Esta información resulta coherente con la ausencia de informes de investigación y publicaciones sobre la catástrofe de Armero donde se suponía que participaría un buen número de psicólogos. - El fenómeno de los desplazados por el conflicto armado y la institucionalización de la Atención Psicosocial como función del estado. La situación de catástrofes ocasionadas por la naturaleza se agrava con el fenómeno del desplazamiento poblacional debido al conflicto armado en Colombia. Se menciona que el conflicto armado actual en Colombia cuenta con cincuenta años de existencia. En el año 1997 a través de la Ley 387 se instituye la primera norma que reconoce la existencia del desplazamiento por conflicto armado. Era la primera vez que el estado reconocía la realidad del conflicto. Este fue un gran avance en la dirección de reconocer los problemas de este país, al hacerlo, se realizó un llamado explícito al gremio psicológico y a los profesionales del 22 sector social para dar una respuesta coherente frente a esta realidad ya que esta ley determinaba como obligatoria la atención en salud y la atención psicosocial de la población desplazada. A partir de este momento el problema de la atención psicosocial a la población comienza a formar parte del discurso institucional sin que al parecer se tuviese muy claro de qué se trataba este asunto. Las instituciones universitarias formadoras de psicólogos en un primer momento, no se dieron por enteradas de lo que esto significaba. Si lo hubieran sabido, habrían adoptado políticas orientadas a generar profesionales formados en atención psicosocial, donde se hubiese puesto al servicio de la sociedad lo mejor y más actualizado del conocimiento psicosocial existente en la historia de la psicología social desde comienzos del siglo XX, y de la psicología comunitaria existente desde la década de los sesentas en que se desarrollaron las estrategias de trabajo psicosocial comunitario (Arango 2006, 2009) Sin embargo las universidades siguieron actuando de espaldas a las realidades comunitarias y formando psicólogos para responder a las demandas del mercado y no a los problemas que este sistema de mercado genera. No solo las instituciones universitarias hicieron caso omiso de esta ley, también las instituciones estatales ignoraron el tema de la atención psicosocial a los desplazados por lo que siete años después la Corte Constitucional lanzó la Sentencia T-025 de 2004 por el incumplimiento del Estado con la población desplazada reconocida en la Ley 387 de 1997, en la que instauró un auto que reiteró la obligatoriedad en "la atención psicosocial" (ver http://www.corteconstitucional.gov.co/T-025-04/A2004.php). Tal vez, a partir de este momento, comienzan a adelantarse acciones por parte del estado, que no por parte de las universidades formadoras, orientadas al desarrollo de la atención psicosocial. La situación de los desplazados ha sido reconocida por el Ministerio de Protección Social que se ha visto en la necesidad de diseñar políticas de atención psicosocial a partir de la cual ya se han realizado dos eventos de la Mesa Nacional Psicosocial donde el discurso de la Atención Psicosocial al desplazado es manejado por profesionales ajenos a la psicología y donde comienza a observarse un aporte por parte de los psicólogos colombianos (González, 2003; Ibarra y Sarmiento, 2003; Álvarez y Harker, 1998; Leal, 2003; Anaya, Colmenares y Pinilla, 2003; Ballesteros y Zabala, 2002; Beltrán, 2005). La Iglesia Católica se ha pronunciado sobre la existencia de 2.9 millones de desplazados en el año 2006 . Diez y seis años después, en el año 2013, el Centro Nacional de Memoria Histórica presenta el estudio ¡BASTA YA! donde plantea: “El derecho a la reparación se centra en dar respuesta a la integralidad de daños y perjuicios sufridos por las víctimas a través de medidas individuales y colectivas, tanto materiales como simbólicas”. “Dada la magnitud de los impactos psicosociales en la población colombiana con ocasión del conflicto armado, se recomienda al Ministerio de Salud y Protección Social, las Secretarias de Salud y otras entidades competentes crear y desarrollar Centros Regionales de Atención Psicosocial, dotadas de los recursos técnicos y financieros debidos para garantizar la atención psicológica, psicosocial y la rehabilitación de las poblaciones afectadas por el conflicto, con enfoque diferencial”(GHM, 2013. Pag 400). Con la apertura del proceso de negociación entre las FARC y el Estado Colombiano en la Habana y la aprobación del acuerdo de paz, entra en plena vigencia y adquiere cada vez más relevancia esta recomendación. 23 El fenómeno de la violencia política y sus consecuencias sobre las comunidades se constituye en el principal problema comunitario frente al cual comienzan a verse trabajos importantes realizados por psicólogos sociales comunitarios, como lo es el libro de reciente aparición: “De Macondo a Mancuso: conflicto, violencia política y guerra psicológica en Colombia. Apuntes en Psicología Social Crítica” escrito por Edgar Barrero. (Barrero, 2006) La tesis del libro es que “la psicología social en Colombia surge y se desarrolla en medio de ese clima de violencia política y de guerra psicológica. Eso explica dos de sus características más importantes: de un lado su marcada tradición de activismo político y de compromiso con los sectores menos favorecidos, y de otro, su tendencia a un excesivo comunitarismo de tipo asistencialista y paternalista. Estos dos fenómenos han hecho que se descuide la producción teórica y metodológica respecto a la forma como la disciplina debe abordar e intervenir en una situación tan compleja y delicada como la nuestra”(Barrero, 2006). Igualmente nos encontramos recientemente con el trabajo de Nelson Molina Valencia sobre la resistencia comunitaria y la transformación de los conflictos titulado Psicología Política, resistencia y democracia (Molina, 2006). Si bien el pensamiento psicosocial tiene más de un siglo de existencia desde que surgieran los planteamientos del Interaccionismo Simbólico de Gearge Herbert Mead (1934), y han existido investigaciones y publicaciones colombianas sobre el tema desde el año 1995 (Arango, 1995, 2006, 2009) es solamente hasta el año de 2015, donde empiezan a aparecer las primeras revisones bibliográficas colombianas sobre el tema (Moncayo y Diaz, 2015) realizadas por investigadores de la red en psicología social crítica. - La experiencia de la Red de Promoción del Buen Trato y prevención de la Violencia Intrafamiliar del municipio de Cali. La Red Municipal del Buen Trato de Cali es una estrategia de intervención comunitaria que ha operado desde 1996. En esta estrategia participan actores comunitarios, institucionales y ONGs, donde existe un buen contingente de psicólogos y psicólogas vinculados a los Centros de Salud, al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, a la Policía Comunitaria, a las Comisarías de Familia, a las universidades y a las ONGs. Todos ellos han contribuido a desarrollar una estrategia comunitaria de intervención en red. En el año 2000 se vincula la Universidad del Valle presentando la experiencia de investigación financiada por Conciencias “Construcción participativa de la convivencia” (Arango, 2000, 2001, Arango y Campo 2001) realizada conjuntamente con el programa EDUPAR. Posteriormente se introduce una metodología de conformación e intervención psicosocial en redes, que acompaña el proceso y contribuye a la organización y comunicación internas de la red. Se promueve la sistematización participativa de experiencias y se realiza un evento público a nivel de ciudad denominado “Reconstruyendo experiencias de intervención en Red”. Posteriormente se realiza un segundo evento orientado a la movilización ciudadana denominado “Foro Ciudad y convivencia. Hacia la construcción de una política pública de convivencia familiar para la ciudad de Cali”. En estos eventos jugó un papel importante el cuestionamiento de la cultura patriarcal y de la problemática de violencia familiar que es inherente a todos los participantes. Dicha reflexión pública y colectiva fue acompañada por el psicólogo Carlos Jiménez Caballero quien dinamizó e introdujo nuevas reflexiones en el proceso (Jiménez, 2002, 2004). La principal dificultad en este proceso era la ausencia de los actores políticos del gobierno, 24 representada en que el Consejo de Política Social de Cali nunca sesionaba. Los directores de todas las instituciones y organizaciones participantes de la red actuaron conjuntamente (en red) enviando cartas al alcalde presionando para que se conformara y sesionara este Consejo de Política Social. Una vez logrado esto se logró incluir el proceso de elaboración de la política pública de convivencia familiar en el Plan de Desarrollo de la ciudad de Cali, y durante el año 2005 se realizó un proceso de construcción participativa del documento de la política pública que fue aprobado por decreto en octubre de 2005. (Red Buen Trato, 2005) De esta manera, las estrategias de intervención psicosocial adoptadas en el enfoque de Psicología Comunitaria de la Convivencia (Arango, 2005, 2006) demostraron su pertinencia para acompañar los procesos de participación comunitaria e intervención en redes sociales, desde el nivel de la intervención cara a cara, hasta el nivel de las decisiones gubernamentales. La conformación de la Red Colombiana de Investigadores en Psicología. El siglo XXI se constituyó igualmente en un nuevo escenario para el desarrollo de la investigación que afectó positivamente el desarrollo de la psicología comunitaria. En el año 2000 surge la Política de Investigación de COLCIENCIAS que promueve el reconocimiento y formalización de los grupos de investigación. En este contexto surge el Grupo de Investigación en Psicología Comunitaria y el Grupo de Investigación en Desarrollo, Sociedad y Medio Ambiente – GEMA- de la Universidad del Valle. En el año de 2002 el Grupo de Psicología Comunitaria se integra al Grupo de Educación Popular. En Octubre de 2005 se realiza en la Universidad del Valle en I Encuentro de Investigadores en Psicología donde se puede encontrar un importante indicador sobre el desarrollo de la psicología en Colombia en términos de grupos de investigación registrados en COLCIENCIAS. El número de grupos presentes en el evento fue de 70 y la distribución por núcleos de interés arrojó los siguientes resultados: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. PSICOLOGIA DEL DESARROLLO Y GOGNITIVA (5 grupos) PSICOLOGIA DEL DESARROLLO APLICADA (8 grupos) PSICOLOGIA CLINICA (7 grupos) PSICOLOGIA ORGANIZACIONAL (5 grupos) PSICOLOGÍA Y LENGUAJE (4 grupos) EVALUACIÓN Y MEDICIÓN DEL COMPORTAMIENTO (3 grupos) PSICOLOGIA SOCIAL CRITICA CULTURAL (17 grupos) PSICOLOGIA Y SALUD (10 grupos) PREVENCION DE LA VIOLENCIA (4 grupos) Llama profundamente la atención que encontremos en ese momento 17 grupos de investigación constituidos e interesados en la Psicología Social Crítica Cultural, cuando veníamos con la idea de la inhibición y no presencia de la psicología social en el ámbito académico. Si a esto le añadimos que existen 10 grupos en psicología y salud y cuatro grupos más en prevención de la violencia, tenemos 31 grupos de investigación trabajando en problemáticas relacionadas con lo comunitario. También llama fuertemente la atención que el término, psicología comunitaria no aparece representado en estos grupos, lo que refuerza la idea de que existe poca identificación con el término a pesar de que existe un gran interés en los problemas comunitarios. Si observamos el término “Psicología social crítica cultural”, que para mi no es más que una amalgama de intereses encontrados, podemos darnos cuenta que existe una preocupación académica 25 sobre estos temas, a la vez que se dan roces que no llegan a ser conflictivos entre los grupos. Por ejemplo hubo acuerdos de que se conformara un nodo entre algunos investigadores de este grupo alrededor de la psicología crítica entendida en sentido amplio, pero no hubo acuerdo de que se llamara social, porque se estaría siendo excluyente, etc. Esta discusión, que sólo se perfila como un conjunto de tensiones, está detrás del proceso de invisibilización de la psicología comunitaria. Sin embargo, esta situación de invisibilización tiende a revertirse a partir del presente siglo, algunos ejemplos nos sirven de indicadores respecto a este cambio de situación. En la Universidad Pontificia Bolivariana de Bucaramanga encontramos un excelente ejemplo de los nuevos campos de investigación del psicólogo social comunitario que se comienzan a desarrollar en el presente siglo y están relacionados con los contextos afectados por el conflicto armado. Entre las tesis estudiantiles encontramos trabajos sobre violencia intrafamiliar y promoción del buen trato (Hernández y Ramírez, 2001; León, 2001), víctimas de violencia, (Martínez y Martínez, 2002), desplazamiento por violencia (Álvarez y Harker, 1998, Leal, 2003), significados del secuestro (Anaya, T. A., Colmenares y Pinilla, 2003), procesos de paz (Ballesteros y Zabala, 2002), víctimas de explosivos (Beltrán, 2005), factores psicosociales en homicidas (Ibáñez, 1997), en soldados voluntarios, (Lancheros, Lancheros, y Plaza, 1999), estrés postraumático en militares, (Vargas y Velásquez, 2001) y organización comunitaria en conflicto armado, (Quiroga, 2005). También encontramos investigaciones relacionadas con la educación para la democracia y resolución de conflictos (Bustamante, 2002), actitudes ciudadanas, (Rueda, 1998), percepción de identidad nacional (Campos, 2002), participación y organización comunitaria (Tolosa,2003) y liderazgo comunitario (Gómez, 2003; Villamizar, 2003). Igualmente encontramos investigaciones sobre aspectos más relacionados con la psicología social que con el enfoque comunitario como son: alternativas de vida en jóvenes (Acosta y Forero,2000), estilos de vida (Garnica y Lozano, 1997), liderazgo infantil (Agudelo y Jones, 1999), abuso sexual (Arrieta y Rodríguez, 2001), desempleo (Báez, Duarte, y Romero, 1998) y trabajo con menores (Bonell, 1999; Estrada y Delgado, 1998; Sánchez, 1997) así como el tema de las redes sociales y la cybercultura (Aceros, 2002; Flechas y Virviescas, 2000). La Universidad de las Andes presenta experiencias de intervención psicosocial relacionada con proyectos de vida de jóvenes (Gil y Reyes, 2003), desplazamiento forzado por la violencia política (González, 2003; Ibarra y Sarmiento, 2003) y organización en economía solidaria (Ortegón, 2005). En el año de 2006 no se identificaba una oferta de formación de postgrado, lo que hacía difícil la institucionalización y desarrollo académico de la misma. Las experiencias de invisibilización de la psicología comunitaria en los ámbitos académicos hacían pensar que no se contaba con el respaldo institucional apropiado para el desarrollo de políticas de formación docente y desarrollo disciplinario e investigativo. Sin embargo, en esta época ya se identificaba la emergencia de numerosos grupos de investigación en psicología social, de la salud y de la violencia, como producto de la nueva política de investigación de COLCENCIAS, que abría un horizonte de esperanza para la psicología comunitaria. El Surgimiento de los programas de formación de postgrado en Psicología Social y Comunitaria 26 Para el año 2018 el panorama ha cambiado radicalmente. Actualmente, nos encontramos con la existencia de treinta y un programas de formación de postgrado en psicología social, comunitaria, intervención psicosocial y/o énfasis en la intervención comunitaria, de los cuales 22 corresponden a programas de maestría en Psicología con diferentes denominaciones en las universidades: Del Valle, Los Andes, Católica, San Buenaventura (Medellín, Cali y Bucaramanga), del Norte, Nacional, De Antioquia, del Bosque, Simón Bolívar, del Sinú, de la Sabana, Pontificia Bolivariana (Bucaramanga y Medellín), Comfenalco, FUP de Popayán, del Rosario, Politécnico Grancolombiano, UNAD, FUNLAM y el ICESI. Adicionalmente nos encontramos con 9 Doctorados en Psicología en las universidades de: del Valle, del Norte, Los Andes, San Buenaventura (Cali y Medellín), Nacional, Konrad Lorenz, Simón Bolívar, y Javeriana. A partir de la identificación de estos casos y la confianza en que pueden existir otros, que no hemos logrado identificar, podemos afirmar que se ha transformado positivamente el escenario de la formación en postgrado para la psicología comunitaria. Quedaría planteado el interrogante de si en estos programas de formación postgraduada se cuenta con los recursos docentes idóneos y actualizados en las corrientes de la psicología comunitaria y el enfoque psicosocial en sus diferentes teorizaciones y si se está logrando ofrecer a la sociedad colombiana profesionales idóneos para trabajar los problemas comunitarios de nuestra nación. Las negociaciones de Paz en la Habana y El escenario del postconflicto en Colombia. (la institucionalización de la atención psicosocial a las víctimas). Tal vez el hecho histórico más relevante del presente siglo en Colombia sea la apertura de las negociaciones de paz entre el estado colombiano y la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC-EP, en que se le puso punto final a más de 50 años de guerra. Este proceso arrancó en forma el 19 de noviembre del 2012 en Oslo y en La Habana y que tuvieron como resultado la firma del Acuerdo para la Terminación Definitiva del Conflicto en Bogotá el 24 de noviembre de 2016. La finalización del conflicto armado con las FARC representa un importante avance en la construcción de paz en Colombia. Sin embargo existen otros conflictos armados que han quedado aún por resolverse, en particular los relacionados con las disidencias de las mismas FARC y los combatientes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) así como los numerosos grupos paramilitares y bandas criminales que luchan entre sí y con el estado para controlar el 40% del territorio nacional donde el estado no tiene presencia en la actualidad. La superación del conflicto armado, aunque se haya logrado parcialmente, está permitiendo a la población colombiana comprender que esta confrontación, no solamente no es la causa de la violencia en Colombia, sino que en esencia es una consecuencia de una dinámica psicosocial más profunda que comienza a dilucidarse cada vez con más claridad, relacionada con la manera como la clase dominante que ha tenido control sobre el monopolio del estado, a través de una estrategia basada en la intolerancia política y la manipulación de la información para impedir el libre desarrollo de la democracia. Esto se ha puesto en evidencia a partir de la consulta popular realizada por el gobierno para vincular la participación popular en la ratificación de los acuerdos de paz. El gobierno adelantó una votación de acuerdo a la ley estatutaria de la paz para saber si el pueblo aprobaba lo acordado o lo rechazaba. El resultado final del día 2 de octubre de 2016 cuando se adelantaron las votaciones fue el rechazo de los acuerdos suscritos con el 50,21% del No contra el Sí 49,79%. El resultado del 27 plebiscito obligó al Gobierno a "renegociar" el acuerdo tomando en consideración las objeciones de los opositores del acuerdo, a la vez que creó incertidumbre sobre la aplicación legal de los acuerdos. Tras un período de negociación con los promotores del No, el gobierno y las FARC acordaron un nuevo texto para el acuerdo de paz el cual se firmó el 24 de noviembre en el Teatro Colón de Bogotá. Este nuevo acuerdo fue ratificado por el Senado de Colombia y la Cámara de Representantes, el 29 y 30 de noviembre. Sin embargo, el proceso de implementación de los acuerdos está demostrando que esta clase política está dispuesta a bloquear a través de las instituciones todas las acciones que hagan posible la realización de lo acordado. Lo que se ha puesto en evidencia a lo largo de este proceso es el lugar estratégico que los conflictos armados han jugado para el encubrimiento de procesos de corrupción y de institucionalización que han llevado a este país a ser considerado en el mismo plan de desarrollo como un estado fallido. Con sólo revisar el primer párrafo del diagnóstico presentado en el Plan de Desarrollo Nacional: “Todos por un nuevo país” encontramos que: “Colombia comenzó el nuevo milenio transitando por la antesala de lo que algunos analistas calificaban como un “estado fallido”, al presentar los niveles más altos de su historia en materia de tasas de homicidio, desplazamiento forzado, secuestros y áreas del territorio bajo cultivos ilícitos” (PND. 2004-2018 Todos por un nuevo país. Pag 35). Es evidente que, por los resultados que podemos obtener en términos de la instauración de una cultura de la violencia, y una sociedad en guerra permanente, podemos afirmar que las instituciones colombianas no están cumpliendo con su papel, y que es necesario hacer una revisión de las maneras específicas como esto está sucediendo y de cómo llegar a corregirlo. El problema de la construcción de paz en Colombia, está planteando un serio cuestionamiento al papel que las instituciones colombianas han jugado en el mantenimiento de condiciones que encubren el reconocimiento de los reales problemas relacionados con una ética de la transparencia, que ponga en jaque los procesos de corrupción y que permita llamar por su nombre los reales problemas de la inequidad, la injusticia y la corrupción. Parece ser que la tendencia de los programas de formación en psicología, que se niegan a reconocer los problemas del contexto social y, por lo tanto, se niegan a formar profesionales idóneos para enfrentarlos, es una expresión más de la necesidad de una adecuada institucionalización para la democracia. El hecho de que con la conformación del escenario del posconflicto, en que el estado está generando las convocatorias para la atención psicosocial de las víctimas del conflicto armado, pone en evidencia que el gran contingente de profesionales en psicología que han sido contratados por el estado para ejercer esta función, que debían estar formados y capacitados para orientar e implementar estas políticas desde su experticia profesional, no tiene ni los conceptos, ni las técnicas y metodologías necesarias para responder a la demanda planteada, se constituye en un llamado de atención para que los 196 programas de formación que están inundando de profesionales el mercado laboral, empiecen a preocuparse por crear las condiciones para formar personal capacitado para la intervención psicosocial en procesos comunitarios. La conformación de la Red Colombiana de Psicología Comunitaria y la Expedición Psicosocial Colombiana. Como una respuesta que emerge de la comunidad psicológica para reflexionar sobre la situación del país y desarrollar estrategias que permitan responder adecuadamente desde 28 la psicología a la complejidad de los problemas sociales, surge en el mes de octubre de 2014 la iniciativa de conformar la Red Colombiana de Psicología Comunitaria. Aprovechando las nuevas tecnologías se hace una convocatoria a través de la red de investigadores en psicología social crítica, la cual tiene una rápida y masiva respuesta de tal manera que en dos semanas se cuentan con más de 80 participantes y en la actualidad cuenta con aproximadamente 480 participantes. La red creada pretende poner en práctica al interior de la colectividad de psicólogos que realizan trabajos de investigación e intervención en contextos comunitarios, los principios que predica para otras colectividades. Se trata entonces de crear comunidad al interior de esta misma red, alrededor de la construcción de una estrategia de carácter nacional denominada la Expedición Psicosocial Colombiana (Arango, 2014). Se trata en esta estrategia de realizar una caracterización de la problemática psicosocial colombiana a partir de las experiencias reales publicadas por los psicólogos y que a partir de las conversaciones generadas en el proceso se construya la agenda de investigación de la psicología comunitaria en Colombia. En la actualidad ya se ha realizado la investigación “La Psicología Comunitaria en Colombia. Caminando hacia una sociedad participativa” (Arango, Campo y Delgado, 2018) donde se presenta el estado actual de conocimiento de esta interdisciplina. La catástrofe de Mocoa. La tragedia de Mocoa fue un desastre natural que ocurrió en el municipio colombiano de Mocoa capital del Departamento del Putumayo, durante la noche del 31 de marzo y la madrugada del 1 de abril de 2017. 5 Fuertes lluvias provocaron los desbordamientos de los ríos Mocoa, Mulato y Sancoyaco, generando deslaves y flujos de lodo en varios sectores de la cabecera municipal que causaron la destrucción de viviendas, puentes y arrastraron vehículos a su paso. Fueron arrasados diecisiete barrios de la ciudad, cinco de los cuales quedaron destruidos totalmente. La tragedia de Mocoa, es hasta ahora la peor tragedia de origen natural que ha ocurrido en dicho municipio y en el departamento del Putumayo. Nuevamente un desastre natural reactiva la preocupación sobre la distancia existente entre la formación de los psicólogos y la naturaleza de los problemas comunitarios que es necesario resolver. La necesidad de conformar equipos de actuación inmediata ante las situaciones de emergencia y equipos de actuación a largo plazo para el acompañamiento a los procesos de participación comunitaria, prevención de desastres, y reconstrucción del tejido social postdesastres, se constituye en un horizonte necesario de resolver que acompaña permanentemente la historia de la psicología comunitaria. Conclusiones 1. Con respecto a la caracterización psicosocial de la problemática comunitaria en el nivel nacional nos encontramos con una grave situación de desarrollo social, centrada en la pobreza, la inequidad social, la inequidad de género, la baja educación de la población, que nos señala que es necesario crear condiciones básicas mínimas que garanticen una adecuado proceso de socialización primaria y secundaria y que se cuente con las condiciones básicas para promover formas de convivencia normalizadas en condiciones de paz y democracia. Lejos de poder afirmar que existen en la actualidad estas condiciones en Colombia, es necesario reconocer que las instituciones colombianas en general le están dando la espalda a los procesos comunitarios de tal manera que no contamos en la actualidad con políticas públicas que estén asumiendo el reconocimiento y fortalecimiento de los procesos comunitarios centrados en el 29 desarrollo integral como los que deben estar en la base de la construcción de dinámicas de paz y de convivencia. Muy por el contrario, nos encontramos con una realidad psicosocial caracterizada como la dinámica del conflicto y la violencia, donde las instituciones han jugado un papel legitimador, que le hace el juego a una cultura del desplazamiento comunitario, a través de políticas asistencialistas que no enfrentan el problema de fondo de la corrupción política, el clientelismo y la justicia social. Estimamos que el 40 % del territorio nacional no cuenta con la cobertura institucional que garantice la presencia del estado, y que el 60% donde habría presencia estatal las instituciones se encuentran atrapadas en la cultura política de la corrupción y el clientelismo. Los contextos donde no hay presencia estatal, son usufructuados por grupos armados que actúan por fuera de la ley o en connivencia con las instituciones estatales, imponiendo una economía basada en el narcotráfico. Tal como se reconoce el primer párrafo del diagnóstico presentado en el Plan de Desarrollo Nacional: “Todos por un nuevo país” encontramos que: “Colombia comenzó el nuevo milenio transitando por la antesala de lo que algunos analistas calificaban como un “estado fallido”, al presentar los niveles más altos de su historia en materia de tasas de homicidio, desplazamiento forzado, secuestros y áreas del territorio bajo cultivos ilícitos” (PND. 2004-2018 Todos por un nuevo país. Pag 35). Es evidente que, por los resultados que podemos obtener en términos de la instauración de una cultura de la violencia, y una sociedad en guerra permanente, podemos afirmar que las instituciones colombianas no están cumpliendo con su papel, y que es necesario hacer una revisión de las maneras específicas como esto está sucediendo y de cómo llegar a corregirlo. 2. El proceso psicosocial colombiano se caracteriza por una compleja trama colectiva donde la violencia armada y simbólica ha jugado un papel estratégico al servicio de sectores hegemónicos que han obtenido grandes beneficios a lo largo de toda la historia colombiana a través del negocio de la guerra y el terrorismo. Al respecto es significativo lo que afirma el comentarista Felipe Zuleta en un importante diario colombiano: “Colombia se ha constituido en una narcodemocracia que tiende a convertirse en una dictadura comandada por la mafia. La mano paramilitar está en todas partes, especialmente entre la clase dirigente: los narcos se disfrazan de senadores, consejeros jueces, periodistas y directores de establecimientos públicos” (Felipe Zuleta)5, La superación del conflicto social entre los sectores armados se constituye en el principal reto a resolver en el contexto comunitario colombiano. Sin embargo es importante llegar a profundizar en las bases psicosociales de la violencia que radica en la injusticia y la inequidad. Tal como lo plantea el magistrado Alvaro Pérez: “Se sigue partiendo del supuesto que la violencia en Colombia se debe a los guerrilleros y paramilitares y esto no es tan cierto. La falta de paz y de seguridad en Colombia se debe también a muchos factores, entre ellos, a la distribución indebida de tierras y riqueza, fenómeno que ha sucedido en Colombia casi a través de toda su historia” (Magistrado Álvaro Pérez)6. Por este motivo, se hace de fundamental importancia llegar a desentrañas las dinámicas socioculturales y psicosociales que mantienen vigente y reproducen esta situación, así como llegar a encontrar claves de intervención psicosocial que nos permitan transformar y superar esta compleja trama. Me pregunto si los 5 6 Tomado de: Muertes en Vano. El Espectador. Semana del 9 al 15 de abril de 2006. El Espectador. Semana del 9 al 15 de abril de 2006. 30 psicólogos sociales y comunitarios podremos desatar el nudo de Bolívar y permitir que el futuro de Colombia salga del laberinto. Las instituciones colombianas no tienen experiencia en el trabajo de promover y acompañar explícitamente los procesos de convivencia comunitaria. Y no tenemos programas de formación que capaciten para acompañar los procesos de convivencia. El problema de generar nuevas formas de institucionalidad para la convivencia es igualmente un importante reto de la sociedad colombiana. Si nos situamos en el contexto de los acuerdos de paz y el escenario del posconflicto, la pregunta fundamental a realizar desde la psicología comunitaria al estado colombiano sería: ¿a qué tipo de procesos comunitarios se supone que los actores que dejan las armas, y los sectores desplazados podrían articularse? ¿Cuáles serían las comunidades que estarían en condiciones de asumir y recibir a los actores que dejan las armas y abandonan la dinámica del conflicto? ¿Cuáles son las políticas estatales que hacen posible esta articulación? Con respecto a las instituciones relacionadas con el desarrollo social y comunitario y que realizan programas de atención a las comunidades nos encontramos con la situación de que igualmente han sido absorbidas por la dinámicas del conflicto armado y de su solución, no encontramos políticas y programas centrados en el desarrollo comunitario considerado como el proceso básico de construcción de la vida democrática, sino que encontramos programas centrados en la atención a las víctimas del conflicto armado dejando por fuera actores, sectores y procesos claves de la vida en comunidad. La problemática general en este contexto institucional se centra en la política de atención psicosocial a las víctimas, la cual pudiendo ser una gran oportunidad de comprender psicosocialmente la situación del conflicto armado y de construir conjuntamente con las comunidades estrategias de transformación de las situaciones del conflicto, es desaprovechada por la ausencia de una adecuada formación profesional del psicólogo y de otras profesiones afines en el campo de la intervención psicosocial. El análisis psicosocial y su metodología de acompañamiento psicosocial que emergió como una alternativa a la mirada de la salud y la enfermedad mental ha sido ignorado, invisibilizado o desconocido. Por el contrario identificamos una deformación discursiva donde se presenta la ideología de la salud mental como legitimadora de los programas asistencialistas donde no se realiza un análisis crítico y participativo de las situaciones ni mucho menos el diseño de estrategias donde se incentive la solución creativa de los problemas basándose en la participación comunitaria. 3. El nacimiento y desarrollo de la psicología en Colombia aparece en las revisiones documentadas como un proceso que no tuviera relación alguna con el contexto histórico de la población colombiana. Los programas de formación de pregrado han surgido sin que respondan de manera comprometida con la realidad social y cultural, y sí con la realidad mercantil en el mercado de profesionales. Solamente unos pocos programas de formación se han planteado el reto de llegar a desarrollar una psicología que responda a los problemas comunitarios. Sin embargo las experiencias previamente existentes han desaparecido, a la vez que se han multiplicado de manera acelerada los programas de pregrado dirigidos hacia una formación básica de corte tradicional individualista y psicologista que se constituye de hecho en una estrategia de deformación profesional. El surgimiento de nuevos programas de formación en psicología que desconocen la complejidad de los problemas comunitarios, puede considerarse como un fenómeno de escolarización de la psicología académica. 31 3. La psicología comunitaria en Colombia cuenta una historia que se escribe desde las experiencias prácticas de los profesionales que se han vinculado a la suerte y destino de los sectores comunitarios y los movimientos sociales y académicos, anticipándose en muchos casos al surgimiento y desarrollo de los programas de formación profesional. A partir de las experiencias presentadas en esta narración se puede afirmar que existen múltiples experiencias de trabajo comunitario realizadas por psicólogos que no han tenido oportunidad de ser sistematizadas, o que se han quedado en los anaqueles de las instituciones sin poder ser publicadas y difundidas. Esta situación permite afirmar que, aunque existe una producción de artículos e informes de investigación significativa, el desarrollo práctico y metodológico de la Psicología Comunitaria en Colombia está mucho más avanzado que su desarrollo teórico y que el desarrollo de intervenciones comunitarias por parte de ONG y organizaciones interinstitucionales está más desarrollado que el trabajo académico de investigación y teorización. Paralelamente a esta situación, existen evidencias que permiten afirmar que el discurso psicosocial y el uso de estrategias metodológicas de intervención psicosocial se encuentra más frecuentemente en manos de otros profesionales como trabajadores sociales, sociólogos, antropólogos y comunicadores sociales, que son los que están teniendo una presencia pública en la construcción de alternativas de trabajo sobre los problemas comunitarios. Solamente las catástrofes naturales, hacen salir del letargo a los formadores de psicólogos, por un período muy corto que no tiene consecuencias significativas en la reproducción de este esquema de deformación profesional. 4. La psicología comunitaria en Colombia ha venido desarrollándose explícitamente desde que surgiera el primer programa de pregrado con orientación comunitaria en la Universidad del Valle, y se han realizado importantes esfuerzos de formación en la Universidad Nacional a Distancia UNAD y en la Universidad Javeriana de Bogotá encontrándose importantes aportes investigativos, prácticos y teóricos. Otras universidades como la INCCA, la Universidad de Manizales, del Norte, de los Andes, y Bolivariana de Bucaramanga, sin tener programas explícitos de formación han realizado aportes significativos a la psicología comunitaria en experiencias de formación, y en tesis. Puede afirmarse que existe un importante cuerpo de publicaciones que amerita una revisión sistemática y un trabajo de reflexión colectiva entre sus actores, para que puedan fortalecerse procesos de unificación tanto en lo práctico como en lo teórico, de tal manera que pueda formarse un desarrollo disciplinario respaldado por un colectivo de investigadores y académicos. 5. Existen suficientes elementos de juicio basados tanto en la investigación como en el hallazgo del fenómeno de la escolarización de la psicología académica, así como en afirmaciones de varios entrevistados, para asumir que efectivamente existe un interés de invisibilización de los desarrollos de la psicología comunitaria por parte de los académicos de la psicología. Por una parte, la poca legitimación institucional de la psicología comunitaria lleva a que los profesionales no asuman una identidad y un rol como psicólogos comunitarios. Por otra parte, existe intolerancia y presión ideológica por parte de los gremios profesionales para que no se asuma la identidad profesional como psicólogo comunitario, por lo que se puede afirmar que el ejercicio del rol se ha realizado de manera encubierta. Esto nos lleva a realizar un llamado de atención a la comunidad psicológica en dos direcciones: La primera orientada a hacer un llamado a los psicólogos comunitarios existentes a saber: 400 de la Universidad del Valle, 10.000 de la UNAD, 102 magísteres de la Universidad Javeriana para que reconozcan que existen numerosos esfuerzos y 32 aportes en psicología comunitaria que no han sido reconocidos y que comienzan a visibilizarse, para que no hagan el juego a la invisibilización de sus esfuerzos, salgan del closet y se asuman como psicólogos comunitarios sin avergonzarse por ello. La segunda dirigida a la Asociación Colombiana de Facultades de Psicología para que revise la validez de las hipótesis sobre la invisibilización de la psicología comunitaria y la escolarización de la psicología académica esgrimidas en este ensayo, así como la pretensión de que la psicología comunitaria no debe hacer parte de la formación básica de pregrado, de tal manera que se lleguen a determinar las estrategias para fortalecer la inclusión de la psicología comunitaria como contenido básico de la formación del psicólogo. Esto implica necesariamente llegar a desarrollar programas de posgrado en Psicología Comunitaria que se basen en los conocimientos de los problemas psicosociales comunitarios y los desarrollos psicológicos construidos en Colombia y el mundo. En esta perspectiva es importante que la psicología académica desarrolle en los profesores y profesoras y los estudiantes actitudes orientadas al reconocimiento de lo diferente y de los trabajos de los otros, tanto en lo personal como en lo académico e investigativo, para generar procesos que habiliten al profesional a incluirse en las dinámicas y tramas de la vida pública, en la construcción de una sociedad democrática, pluralista e incluyente. 7. El surgimiento de numerosos grupos de investigación en psicología social, de la salud y de la violencia, como producto de la nueva política de investigación de COLCENCIAS, abre un horizonte de esperanza para la psicología comunitaria. Lo fundamental aquí radica en el reconocimiento de la importancia de desarrollar desde la psicología estrategias de comprensión, investigación e intervención de los graves y complejos problemas comunitarios que nos aquejan, y lleguemos a fortalecer los lazos de actuación en redes para enfrentar estas realidades. Tal vez algún día lleguemos conjuntamente a desatar el nudo de Bolívar y salir de nuestros laberintos individuales y colectivos. 8. La psicología comunitaria cuenta con desarrollos teóricos, metodológicos y experiencias de trabajo comunitario sobre la convivencia que ameritan la adopción por parte del estado de una política pública de convivencia que cree las condiciones para impulsar procesos de creación de una nueva institucionalidad con capacidad de acompañar los procesos comunitarios de construcción de convivencia. ANEXO: Los grupos de psicología social crítica cultural son los siguientes: PSICOLOGIA SOCIAL CRITICA CULTURAL (17 grupos) Grupo Líder/ Mail Psicología Social Crítica Ángela María Estrada Mesa aestrada@uniandes.edu.co Universidad del los Andes Análisis y Transformación Psicosocial Nelson Molina Valencia Universidad Pontificia Bolivariana nmolina@upbbga.edu.co Cultura y Desarrollo Humano Maria Cristina Tenorio Universidad del Valle sampson.tenorio@calipso.com.co 33 Desarrollo Psico Social Universidad de Manizales Cognición y Desarrollo Humano Universidad de Manizales Luis Horacio Hincapié lhoracio@um.umanizales.edu.co Victoria Eugenia Pinilla victoria@um.umanizales.edu.co vickyep2000@yahoo.com Desarrollo, Sociedad y Medio Ambiente Maria Eugenia Delgado, GEMA mariedel@andinet.com Henry Granada Universidad del Valle granadahe@yahoo.com Estéticas Urbanas y Socialidades José Fernando Ossa Universidad San Buenaventura-Cali fossa@usb.edu.co Elsy González V. elsy156@hotmail.com egvelasq@usb.edu.co Familia Identidad Y Cultura Myriam Salazar Henao Universidad de Manizales myriam@um.umanizales.edu.co Lazos sociales y culturas de paz Stella Sacipa Rodríguez Universidad Javeriana Bogotá ssacipa2001@yahoo.com Psicología, Sociedad y Medio Ambiente Oscar E. Navarro Carrascal Universidad del Magdalena osedna2001@yahoo.com Psicología Social Faber Hernán Alzate Toro Fundación Universitaria Luis Amigó higueron@terra.com.co estadodelartepsiso@funlam.edu.co Grupo de Educación Popular Carlos Arango Cálad carlango@telesat.com.co Universidad del Valle Socialización y crianza Eduardo Aguirre Dávila Universidad Nacional de Colombia eaguirre@unal.edu.co Psicología del Transporte Johanna Burbano Universidad Javeriana- Bogotá jburbano@javeriana.edu.co Unidad de Estudios Experimentales en Julio Eduardo Cruz V. jecruz@uniandes.edu.co Psicología Social Básica y Aplicada. Universidad de Los Andes Relaciones, redes y narrativas Omar Parra Universidad Santo Tomás omarparra@correo.usta.edu.co Martha Patricia Peláez mpatpelaez@yahoo.com.mx Oscar Enrique Cañotis oeco91@yahoo.com Néstor Mario Noreña nestormano@yahoo.com Estado, Democracia e Integración Social Jorge Ordóñez Universidad Javeriana - Cali jorgeo@puj.edu.co Sandra Londoño slondono@puj.edu.co REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: Con el fin de que se visibilicen los aportes de cada universidad a la psicología comunitaria presento la bibliografía de manera selectiva. En primer lugar presento los de la Universidad del Valle, en segundo lugar los de la Universidad Javeriana de 34 Bogotá, en tercer lugar los de la UNAD, en cuarto lugar Universidad Pontificia Bolivariana de Bucaramanga y en quinto lugar la bibliografía general. Bibliografía aportada por la Universidad del Valle. Arango, C. (1980). El departamento de Psicología de la Universidad del Valle y la Idea de lo comunitario. 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